Porque solo fueron tres palabras, en la gélida noche mi fonemas diluian la poluta atmósfera. Porque solo queria decir “te amo tanto”, “muero por ti”, cosas parecidas que te hicieran comprender lo infinito de mi sentir por vos. Pero no me dejaste hablar, me diste la espalda mientras yo murmuraba. De pronto, mi ser gritó. Vete al diablo. Tres palabras, al fin y al cabo.
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El día que me quieras (Alfredo Le Pera)
Vuelve
¡Vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve, que te miremos!
Cantar de los Cantares 7: 1
Es Otoño y Noviembre en sus albores, la fresca tarde de bermejos matices promete complicidad a los amantes que pasean por el parque. Me deslizo sobre la alfombra de hojas secas y disfrutando del susurro del viento. Pan a lo lejos toca y caigo hechizado en la sensualidad de su flauta.
Nada parece faltarme en la simplicidad de mi vida y mi vagar en este día, rezumo dicha y de mis preocupaciones me he olvidado. Me siento bien. Todo está bien. Todo y sin embargo, algo me mantiene inquieto, una extraña y equívoca sensación de vacuidad, de necesidad. Y es que no había reparado en el hecho de que, justamente, hoy es Noviembre 13, el mes, el día, la fecha fatal que habría de recordar a costa incluso de mi voluntad. Cinco años son tiempo suficiente para poner distancia pero no el necesario para que llegue el olvido.
Paseo
Esta noche, casi sin pensarlo, he decidido caminar un poco por las soledades de Santa Maria La Rivera. Debes estar loco, me reprende un condiscípulo allegado. Voy, le digo, a buscar algo importante; pero el no cree que a estas horas y en estos parajes se encuentre ahora algo importante. Hay un poco de niebla y el frío se siente en los miembros como una masa pegajosa que no te deja mover; camino, lentamente camino y la masa pegajosa adhiriéndome al piso, limitando una serie de pasos que me llevan dos metros más allá de mi ubicación.
CARTA A CAROLINA
Estimada Carolina:
Hoy te escribo con una dosis extra de congoja y confusión vehemente. No ha mucho de la postrer carta que os he enviado pero ya tengo otra en proceso de redacción para vos.
Hace tanto que no te veo pero estos ojos no olvidan jamás tu silueta. Quisiera contarte esta vez alguna historia divertida de mi vida, decirte, por ejemplo, que ya no sos la única, que tengo millones de amigos; pero no, vos sabes que no es verdad. Más bien quisiera, mediante este escrito dar fe de que existo, que sigo habitando el mundo de los vivos.
Anhelos
Duele. Regocija y duele.
Ver tu figura esbelta deslizarse
entre sueños que parecen realidad.
Escuchar el sutil eco de tu voz en mi cabeza
recordar tu imagen recortada al horizonte
opacar el sol, volver el cielo turbio.
Regocija y duele… encontrarte
cada día, cada noche en un delirante
mundo onírico, falso, ilusorio.
Observarte pulcra en la mácula de esta vida,
surgir de entre las sombras.
Adiós Miranda
Adiós Miranda, y me dices que te vas a la ciudad. Adiós Miranda, yo no se por que te vas; adiós Miranda, que te vaya bien; adiós Miranda que te vaya mal, adiós Miranda, ojalá que te mueras por allá.
Adiós, por que me dejas muerto a mi también si tu te vas; adiós, por que la casa esta triste, por que el gato ya no se pasea por aquí más; adiós por que mi vida la llevas en tu maleta, con vos la arrastraste sin darte cuenta. Adiós, ojala no vuelvas más, olvida el camino, no pienses en el regreso, ciao nadie te necesita aquí.
Adiós, te llevaste mi vida, búscala en la maleta, en todo tu equipaje, devuélvemela y por favor…de mis palabras no hagas mucho caso, el alcohol me sume en desvaríos. No hagas caso, que el gato, que la casa, que yo mi vida, aguardo tu regreso sentado bajo el mismo árbol y en la misma silla.
Un te quiero
Mientras vago por las calles de la Ciudad de México, recorriendo callejones y edificios viejos, veo de pronto un “te quiero Anayeli” garabateado en una pared. Oh, sentida manifestación de sentimientos, ¿amor puro, sincero? No tanto así. Supongo que este tipo de amor es más fácil de curar, de sacudirse con los dedos, aquél que raya paredes, regala chocolates, postales y rosas con en la tarjeta firma y nombre.
Mi amor nunca podrá ser así, jamás dirá un te quiero, sin entrever en la frase algo como miedo. No. Mi amor no enviará nunca rosas, ni postales con nombre y firma, mi amor no tendrá jamás un inicio para no tener que visualizar un fin. Todo esto te lo digo no por pretender que no te quiero, sino porque esas “lindas”(así les llaman) manifestaciones son demasiado fáciles, tan falsas en realidad.
Toco tu boca (Julio Cortázar)
Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Nostalgia por el terruño
No han sido vanos los esfuerzos que hice por recordar; en algún lugar de mi cabeza tengo amontonados tus recuerdos entre telarañas mentales. El noble refugio que me brindaste dió a mi ser fortaleza interna aún cuando la muralla exterior se supiera derribada.
Siempre fuiste extraña. Árida y seca unas veces, fría y húmeda otras tantas. Los vientos que sobre tí soplaban, vientos del Norte de fuerza desmedida, agitaban la hierba escasa. Entre cardos y matorrales, arbustos y roca volcánica los caminos que serpeaban, me llevaron tantas veces a mi destino, siempre nuevo, siempre incursionando en nuevos dominios. Tierra mía, tierra campesina a la que nunca dí semilla, tierra noble que en cada pliegue, en cada elevación del terreno hacía verme inalcanzable a las criaturas que habitaban el valle, allá tan abajo,tan lejos de mí. El cielo que rozaba mi cara y las nubes que humedecieron mi cabello me dieron alas para volar ahí, en las alturas; donde me atreví a soñar muy cerca de Dios y las estrellas.
Ni un adiós
…y el bus se detuvo a la orilla de la carretera. Entonces quise decirte algo, un ‘adiós’ o un ‘cuídate’ aunque fuera, pero la voz se me atoró en la garganta. Nada pude decir, excepto “con permiso” para que me dieras paso; eso hiciste y ya te iba a decir no sé qué cosa cuando un golpe que me dí en la cabeza me distrajo. No hice mas que quejarme. Bajé de prisa como si quisiera huir de tí; no obstante, el corazón me lo pedía a gritos, clamaba por estar tan cerca de tí como lo había estado apenas unos instantes.
En la calle, las personas transitaban despreocupadas, rápidamente me fundí con ellas y el bus siguió su marcha. En el ibas tú, en el iba mi sueño y se alejaba de mí, dejando tras de sí un montón de recuerdos que amenazaban con difuminarse como el humo gris…
Réquiem por un amor
+Supongo que las margaritas no serán suficientes
y lágrimas bastarán para llorarte. No importa, con los años
que pienso dedicarte, creo quedarás satisfecha.+
Todas las flores he agotado, los jardines quedaron desiertos. ¡Qué brutalidad hacerle esto al paisaje!, pero, ¿sabes?, puedes encontrarlas sobre tu tumba amor, sobre ese montoncito de tierra bajo el cual yacen tu cariño y el mío juntos. Era tan cruel la idea, que darme cuenta de tu perfidia no quise, y la deje morir como un mal presagio.Es ahora, la realidad, tan soporífera que siento el declinar de mis fuerzas; ahora que la niebla se ha posado sobre mi palacio de cristal y los relojes capturaron el tiempo en sus cuadrantes, no me quedan en las manos granos de felicidad.
Ilusión
Han sonado las 4:00 a.m. y aún no puedo dormir, el insomnio es persistente. El cuarto está completamente a oscuras, en la mesa quedan las botellas ya vacías por la crápula de anoche. Esta, esta noche ha sido particularmente insufrible; un poco de nicotina ha calmado las ansias de pensarte y el alcohol ha abatido las ganas de llorar. Las cenizas que resultan de los cigarrillos remolinean a mi alrededor llenando la pequeña atmósfera de una sensación de pesadez. Mientras, el humo sale despedido por la nariz; el último cigarrillo.
Pletórico de nostalgia, tomo entre las manos tu fotografía, no advierto tu imagen en la película impresa, las sombras no me dejan ver. En el aire, trazo tus formas ayudado por la luz del cigarro. Miro hacia la puerta y me pregunto cuándo, cuándo volverás a entrar por ella. Atención: gira el pestillo, la hoja se abre y una silueta se adentra en mi lóbrega morada. Una silueta luminosa; brilla.
Table Dance
Fue la expectación que causó el Sábado la misma que todos los fines de semana se apodera de nuestra mente y no la libera hasta haberse disipado el día mismo. Locos de alegría, felices de la vida, nos dio por querer conocer aquél lugar hasta sus más íntimos rincones. Al cobijo de la noche nos dirigimos al centro de la ciudad a bordo de un taxi. El chofer, un sesentón jovial de gran sonrisa nos proporcionó la información necesaria para poder elegir uno de tantos sitios que existen en la urbe; nos dio el nombre de un “despacho contable” que, según él, era de los mejores que podríamos hallar. Así pues, una vez que llegamos al centro, descendimos del transporte y cruzamos una amplia avenida; ya en la acera, fuimos interceptados por uno de los promotores de club, quien nos proporcionó los pases para ingresar y nos condujo hasta su ubicación exacta.
Invernal
Es tiempo muerto y a las cero horas todo calla. Este frío de Enero me tiene con el corazón congelado y el cerebro tiritando. Tantas estrellas allá afuera despidiendo fuego y yo aquí temblando, aterido con el lápiz en la mano. En el cerro dormita el misterio. Esta noche no se mostró como otras, se quedó en la duda de entregarse o mostar su rebelión. Tu sitio sigue intacto, hay un perfume que se niega a desprenderse de el; incluso el gato frota aún su dorso erizado contra tu recuerdo. Es quizá, la más fría noche del invierno, el fuego que crepita en el hogar a punto está de extinguirse victima de la hipotermia. No hay misterios esta noche, el único, duerme lejos, en la cima. Y aquí, en el valle, en este ambiente provinciano una enorme manta blanca en irónico suceso nos arrebata el calor.
Una historia imposible
Es invierno, hace frío. La calle está casi muerta y he transitado por ella un poco temeroso. Llevo un par de minutos charlando, aún no arreglo nada. Yo, por protocolo, trato de hacer la conversación más cálida y más larga; pero la puta insiste, le urge coger pues tiene hambre más que frío. Calmo sus ánimos con una estúpida promesa: “si lo haces todo ‘normal’, te llevaré a comer pizza; pero si me sorprendes gratamente, incluso dormirás en mi cama”.
SINSABORES
Fue la locura del Viernes, la crápula de la noche y la resaca de Sabado por la mañana. En la ceniza del tabaco calcinado se quedó tu olor, tu fragancia. Hubiese querido entonces fumarte otra vez como al rapé, aspirarte. Y fui a probar tu sabor en el vaso de vodka sobre la mesa; pero entonces me supiste amarga como el ajenjo, como la absenta derramada en el piso. Te ofrecí mis sentidos y los hiciste trizas, jugaste a desdeñarme dejándome sólo: sinsabores.
El mundo cae
El mundo cae a pedazos, uno a uno, cada fragmento cae más lejos de los demás. La armonía, esa especie de homeostasis planetaria no se ha vuelto más que una quimera; una simple ficción tan deseada como desconocida.
Todo es un caos, el ‘sistema’ impuesto trata de disfrazar la realidad; día con día nos acercamos más y más al encuentro con nuestro estado original: irracionalidad, violencia y una marcada identificación con el mundo de las bestias.
SÉPTIMA HORA
Deberías verme hoy aquí sondeando la madrugada con ojos de lechuza que apenas distinguen. En este mi refugio, en mi claustro la atmósfera se torna densa con sólo recordarte. ¿Sabes que sucede a menudo, que se ha vuelto una constante? Ah, esta absurda melancolía, evocando recuerdos lejanos que no hacen más que acentuar mi malestar. Yo no debería estar aquí solo escribiendo tonterías, reviviendo momentos y refiriendo las crónicas de un pasado lleno de tormento.
Nuestra historia es la más triste y corta que se pueda contar, con ella demostramos, tú, noble mujer; yo, simple hombre; que unas cuantas horas bastan para perpetuar en la memoria de los enamorados, para fijar en la mente un suceso tan extraordinario. Tuvimos desde el primer momento, en aquél coincidir de nuestras sendas un poco del favor de los diioses y contábamos, además, con el beneficio de ser reconocibles el uno al otro. En tu frente llevabas la marca y pude reconocerla. (Y era aquella señal, la misma del sueño).
Te recuerdo
Mi recuerdo de tí se ha quedado anclado en lo más profundo de mi mar de penas; aún entre la niebla, el viento y las tormentas atesoro tu silueta, el aroma del cuadrante es igual a tu fragancia y aún tus ojos me observan desde el cenit oscuro y distante en forma de estrellas. Allí en el cielo, juegan las constelaciones a escribir un nombre, y las aves emprenden el vuelo al hemisferio del olvido abandonando este mar de tragedia. Te respiras en todas partes: en el éter, en el lecho, en la soledad y hasta en el sueño de una noche. Y en mis viejos libros sigues impresa. Eres pasado de actualidad manifiesta, en mis manos tengo las huellas; aquí dejaste el aura derramada sobre mi piel, sobre esta dermis que no logra sacudirte y a la que te has adherido con ferocidad.