El mundo cambia a velocidad de vértigo. Alguien pronosticó, hace ya un porrón de años, que Bartolí llegaría a jugar con la Selección Nacional de España, pero el defensa central del Real Club Deportivo Español de Barcelona, que tenía por compañeros de defensa a Argilés y Dauder, no lo consiguió jamás. Se quedó en la puerta B en vez de entrar por la puerta A como si fuera participante de un concurso televisivo tan famoso como El Gran Hermano. Hay quienes dicen que se la ha visto recreándose, con su hermoso bastón de madera de avellano (no sólo Distéfano puede presumir de bastón) por la sala barroca (y es que los años siempre hacen estragos hasta en los “más pintaos”) del Museo del Prado. Todos le miran como si fuese un visionario o, algo peor, un artista salido de su particular “soirée rosssiniana”…

!que vaya usted a saber lo que significa!. El caso es que el viejo Bartolí está que se sale, paseando del brazo de una tal Cecilia que nos recuerda a Fernán Caballero. Si. Es la fotocopia exacta de Cecilia Böhl de Faber. !Y a todo ésto hay que añadir que un intelectual de esos “ratones de biblioteca” salidos del Ateneo de Madrid, está intentando conversar con él sobre sopranos y otras “gaitas” musicales!. No. Bartolí toma buena nota del número telefónico de la guapa Cecilia, una verdadera belleza clásica, y vuelve sus pasos hacia la “soirée rossiniana”. !Caramba con la palabrita!. !Y es que son palabras muy grandes querer ser torero a la edad de los ochenta años y pico que son los que tiene Bartolí!. Bueno. Como diría un italiano: “!Parto, ti lascio, o cara!” que viene a ser en español “!Pardiez, qué gracia, qué cara tiene este tío!”.