Federico había recibido la respuesta de su empresa para tomarse unas semanas de Vacaciones.
Aprovecharía aquella oportunidad para escribir un relato. Tenia ganas de buscar un lugar tranquilo. Y encontró por un anuncio, una Inmobiliaria que tenia casas para alquilar, por temporadas o todo el año…
Le preguntó a la chica de la oficina… Y esta le respondió afirmativamente… Pero también le dijo a Federico que la única casa libre en aquel momento era algo… pequeña. Pero él aceptó igualmente.
A los dos días se instaló… Empezó a escribir:
“El abuelito ha salido de su camita, su bastoncito menudito en la manita. Sobre el mueblecito… ¡La Gorrita!
Su criaturita, su nietecita, recién nacida, dormidita en la cunita.
El abuelito con sus ojitos, mira a su nietecita dormidita.
La abuelita sentadita en la sillita, lechecita calentando para su nietecita.
Luego, en la tardecita, merendar pastelitos de la abuelita, con todos sus nietecitos.
En el patio de la casita, gatitos y perritos, juegan juntitos. En la mañanita, tempranito.
En el pozito, el agüita está fresquita.
La abuelita, con su batita a rallitas, en su manita un peinecito.
Merceditas, la madrecita de la niñita y demás criaturitas, sale por la puertecita, tras dar un besito a sus criaturitas y a la pequeñita hijita.
Y el abuelito y la abuelita despiden con un lindito besito a su Merceditas.
¡Y afuera en la callecita, el Solecito ,va calentando poquito a poquito!
Fin
Qué bueno. Lo malo sería que la casita le impulsara a comer muy poco, a apenas dormir, a prácticamente enclaustarse… etc.
Es ingenioso tu relato, me ha gustado mucho.
Saludos.