Como los hermosos árboles de las selvas,
elevándose hacia la luz y atrapando nubes,
culminando la cúpula del verde prodigio
que ensombrece la tierra en íntima armonía.
Cerrar los ojos y tocar el cielo, donde sólo habitan
los sueños perdidos, escondidos de cuerpo;
ángeles inventdos por los niños más pequeños,
tulipanes con sonrisa y girasoles risueños.
Ronda de nacimientos, silencios…
Cerrar los ojos y tocar el cielo,
o la tierra, o el aire o el mar…
alcanzar el instante en el que nadie es nada más
que su prodigio escondido