Chocolate.

Como un bombón, pero con la gracia de un ángel. Con aquel movimiento afinado al caminar, es que ver a la morena caminar es como mirar un cuento en donde se ve a la hermosa doncella vestida con su bonito traje que le queda justo donde es, al cuerpo tan delicado y romántico, ese que parece un chocolate, a ese que con una sonrisa regala honestidad con cada paso que da, es que se nota que cada día de la vida le sienta bien, tan bien que los años le huyen a ese cuerpo de chocolate. No es solo su cuerpo también su corazón es que es tan grande que creo que caben dos estrellas juntas en el, ese corazón es especial, es delicado porque mira todo lo que le dan y lo que le entregan. No discrimina y no juzga eso la hace tan grande como las estrellas.

Es un chocolate pero de edición especial, con suave textura fina, delicada. Con un poco de almendras que le dan rico sabor a su personalidad, con aquellos ojazos tan glamorosos que no provoca perderse ni un instante de su mirada, pero si cada palabra que dice es como un poema para los ruiseñores, Te quiero mi morena chocolate, cada instante con tigo es como estar en el paraíso.

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Chocolate

A mi madre, “una mamá estupenda”.

Tengo una legaña en el ojo y mi madre corre mucho para que podamos llegar a tiempo al colegio. Su enorme culo se bambolea con ligereza, mientras avanza a la velocidad del rayo. Yo voy como cola de cometa a un lado y a otro, pegando saltos atropelladamente.
Mi mamá no es como las demás madres. Mi mamá es una señora inmensa, estupenda, más grande que ninguna madre y de color chocolate. Yo también soy de color chocolate, por eso me llaman en el cole “Chocolate”, a veces también me llaman “negro”, pero la seño dice que así está mal dicho. Mi mamá es lo más. A veces voy por la calle y veo la cara de susto de la gente al ver a esta madre imponente que tengo. En el autobús, un par de culazos bastan para que encontremos sitios donde sentarnos. En nuestra escalera, en el edificio donde vivimos, hay una señora muy antipática que siempre nos mira por encima del hombro. Una sola mirada de mi madre es suficiente para que huya despavorida a su casa.

3 comentarios sobre “Chocolate”

  1. Me guastó tu genialidad para expresar la genialidad de tu mamá. Más allá de cualquier otra circunstancia las mamás siempre son geniales. Otras músicas y otras lenguas y otros bailes y otras danzas nos llenan el mundo de la globalización pero las mamás geniales pertenecen al mundo de lo íntimo. Un abrazo y felicidades por tu texto.

  2. Reflejas brillantemente el punto de vista de un niño cualquiera en relación con su madre… tanto que al leerlo cualquiera se pone en las inocentes carnes de ese chiquillo que sigue a su madre con prisas y se sorprende con sus “poderes” tan cotidianos realmente que explotas de buena manera el sentir imaginario de un niño chico. Bendita imaginación

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