stamos consumiendo palabras, como consumimos cualquier otro producto del mercado. Palabras para todo, como si desbordándonos en una verborrea fuéramos mejores consumidores. Los consumos selectos, esos que se utilizan para momentos “vip” son los que me parecen un auténtico desperdicio. Esta mañana tomaba un café. En la televisión un grupo de comentaristas hablaban de una “recien nacida” y decidían su futuro: estudios, forma de vida, conveniencias…Esta situación me recordaba a la cantidad de inútiles discursos en favor de un futuro que nadie desconoce, porque nadie sabe lo que la vida esconde.
así pues, siendo patrimonio de cada lengua, dejemos que el consumo de palabrasw, expresiones, verbos y versos…aumernto hasta el infinito.
Un problema ya no es más que el tiempo que tardamos en verbalizar lo que creemos que fue, que es y será…porque hasta la solución va implícita. Véase a la “recién nacida” como un personaje que no es de este mundo, porque a este mundo no vienen a nacer niños y niñas del mismo modo que ella. Hacer singulares a las personas las convierte en probables presas de sus futurólogos y la libertad no es atributo de quienes pretenden poseerla en exclusiva. Quiera el destino que una naturalidad maravillosa convierta a es ta niña en una “niña”…humana, sencillamente…humana.