¿Cualquiera una silla…?

¿Sabes una cosa? Aunque te llamen Silla, quiero que sepas lo importante que puedes llegar a ser. Recuerdas aquella señora mayor mareada en la calle, indispuesta por razones de salud, y tú allí sustentándola hasta que se recuperó y se marchó y de ti se olvidó, ¿cómo iba a preguntarte cual era tu nombre?. Luego, y muy posible que así fuera, volviste aparecer en su vida, en la farmacia, donde la señora se tomó la tensión, y tú otra vez allí, como siempre a punto y preparada. Por las tardes, una persona te pasaba un trapo para limpiar tu rostro siempre bien asentado.

Perversamente, en una época, unos individuos de unos tribunales te llenaron de cables extraños y feos, sin preguntarte nada te transformaron en una infalible maquina de….

Te has visto implicada en multitud de peripecias y situaciones. Recuerdas aquella parejita sentadita, ella sonriendo con él, se cogían de la mano en la terraza de un bar en el que no se podía fumar. Sus miradas lo callaban y decían todo. Instantes después llegarían los primeros besos…

Silla Sillita Silla has tenido que soportar horas y horas de tertulias forzadas, voluntarias; charlas sobre partidos de fútbol, sobre obras de teatro. Has sabido escuchar a quien aprende a tocar esa guitarra que tiene entre sus brazos.

Has tenido que ser rechazada cuando el alcalde apagaba la luz de su despacho para ir a comer arroz con garbanzos a casa de Gertrudis.

He tenido que verte volar por los aires, ¿recuerdas aquella manifestación en que fuiste arrojada contra aquel policía antidisturbios? ¿Recuerdas? O cuando aquel estudiante recién suspendido te pateó y tuvo que ir al hospital por una contusión en el empeine. Y volviste a aparecer, mientras la enfermera sobre ti sentada llenaba un formulario.

Un día estaba una joven pintando un lienzo, estabas tú allí con ella, ¿te acuerdas? mientras la chica combinaba colores, tú allí sin decir nada, ¿tú crees que ella pensaría en ti?

Había una casa en venta…. y arriba entre muchas motas de polvo y telas de araña, estabas tú, ¿recuerdas? te habían dejado sucia, te habían abandonado en una buhardilla de una casona cerrada y en venta. Te habían abandonado allí, colocada de cualquier manera, sin contemplaciones te habían bajado a la categoría de trasto viejo y en desuso que a nadie le importa.
Paradójicamente volviste a aparecer en un salón de palacio brillante y muy bien cuidado, sin pasar frío ni calor. Allí estabas limpia y bien atendida. Se acordaban de ti y tus servicios. Debían darte las gracias a su manera.
Pero tendré en memoria, una vez, en una casa de campo, estabas tú cerca de una chimenea que calentaba y sobre ti, en tu regazo un gatito acurrucado y dormido, él sabía que podía confiar en tu infalible amabilidad y acogimiento. El gatito lo sabia muy bien, nadie se lo había dicho, el animalito lo sabía.

Una mañana de sol y playa, estabas flotando en el mar, hubo una inundación y fuiste a parar al mar, tenías una pata rota, pero no te quejabas. En un telediario no te dedicaron ninguna noticia. Hablaron de un tornado, pero de ti se olvidaron.

Has ayudado a caminar a muchas gentes a las que has servido de medio de locomoción.
Y cuantas lecturas de libros, y cuantas horas de escribir sobre tu apoyo, sobre tu soporte amable y silencioso.

Te mereces descansar y recuperar fuerzas, te voy dejar, me voy a levantar, voy a finalizar este poema en prosa disfrazado de reflexión con ingredientes de relato, mereces que te deje libre de esta carga que soy para ti , ya me has ayudado bastante prestándote como asiento.
Gracias por tu incondicional apoyo y paciencia.

3 comentarios sobre “¿Cualquiera una silla…?”

  1. La sillas nunca se quejan, nunca te reprochan que descanses en ellas. Las sillas son como esas personas que se acercan a tí para darte un abrazo y de pronto te das cuentas que las has conocido de siempre aunque no las recuerdes ya. Las sillas nunca te reclaman que les debes unas cuántas horas de descanso.

Deja una respuesta