Im abendrot.

Im abendrot
rodea las martingalas
del crepúsculo,
ata cintas de raso
a las ruines rebabas
enrastradas
a lo largo y ancho
de la historia
de mis carnes.

Strauss,
tú evitaste
los escorpiones
en mi alma,
sabías
que llegaría
un momento
en el que me giraría
para hurgar
en las cenizas.
Sabías como todos
deberíamos saber
que es mejor
no abrir los ataúdes.

Hesse,
yo también
soy un niño cansado.
Yo también
estoy fatigado.
Lo perdí todo.
Ni siquiera quedó
su perfume.

¿Vas a decirme
esta noche
esas palabras
que siempre curan?.

Hazlo.

Dame un lugar
en el que pueda hundirme
para dejar de respirar.

Lo sé,
debería haberle
robado algo,
algo que oliera a ella
y esconderlo
en una madriguera secreta.
Para siempre.
Para cuando,
como hoy,
el recuerdo
se volviera insoportable
pero nunca creí
de verdad
en el eco de sus pasos
siguiendo el ocaso.

Esas dos alondras,
tuyas,
querido amigo,
acaban sus trinos
y la tierra
llama dulcemente
a mi exhausto cuerpo
y aunque se trate,
como tú sospechabas,
de la muerte,
esta noche
no hay lugar
para nada más.

Tomad mis costillas
y mi mortaja
queridos compañeros.
Vosotros
trajisteis la única paz
que el día de hoy
podía traer.

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