Mece el aire tu alma marinera
de compañía envuelta en mi ventura
y pido a tus labios seguirme en la aventura
de poseer tu esencia firme y verdadera.
Sigue tu sonrisa siendo placentera
-preámbulo infinito de incógnita apertura-
y mido el espacio de esta coyuntura
palpando la calma del alba pasajera.
Entonces pronuncias el trémulo lamento
del gozo profundo, primario sentimiento
elevado en el ámbito de toda tu hermosura.
El espacio ya no existe en este fiel momento
conjunto de unión, de plácido tormento…
de ansia carnal y de lúcida locura.