De las veces que le gané a la muerte…

De las veces que se le gana a la muerte, hay una que recuerdo casi todos los días. Fue un segundo nacer después de pasar en coma dos meses.

Ahora no se me ocurre cómo hubiera sobrevivido mi madre cuando me imagino la posibilidad de haber muerto. Como si mis resentimientos no la afectaran, ella pasó los nueve años que siguieron al accidente vigilándome todo el tiempo para que no se interrumpa el tirano reposo.

Es muy raro lo que uno se acuerda de las malas épocas, porque yo conservo muy pocas memorias de aquellos años. Sucede que uno prefiere amigarse con el olvido muy pronto… y las ilusiones se toman como fantasías lejanas.

Hace 19 meses, cuando menos lo esperaba, hubo una feliz operación que me devolvió a la civilización caminando con menos dolor. Se ve rara la calle después de haber estado ausente tanto tiempo. También me resultan muy raros los hombres…

Cuando miraba el cielo raso me refugiaba en el sueño de alguna vez poder salir de nuevo, y caminar mucho para encontrar muchos amigos igual que a los 17 años. Ahora que estoy de regreso, camino mucho para encontrar lugares solitarios… Y sin embargo quisiera sentir diferente. Me gustaría hablar de cosas como esta y que toda la gente me entienda. Y pienso… ¿Dios me querrá tan distinto?

Cuando estoy dibujando mucha gente se me para detrás, pero cuando me doy vuelta se marchan como si mis ojos los asustaran. ¿Qué tendrán de malo mis pupilas para alejarme tanto de mis deseos? Ahora que soy casi tan normal como antes, nuestros corazones están demasiado lejos. Algunos hasta me hablan, eso me llena de entusiasmo, como si mi sueño empezara a completarse. Pero yo no sé qué decirles y callo… Entonces comprendo que mi silencio debe ser interpretado como arrogancia, porque ellos también se van.

Hace poco una reflexión me devolvió la piedad. “Casi todos los hombres crecen”. Al mismo tiempo me da miedo pensar que mi destino sea dejar de ser. E imaginarme que mañana puedo ser como ellos. Tengo miedo de que alguien duerma en la calle y no sentir compasión. Tengo miedo de que alguien me insulte sin motivos y desear vengarme solamente porque no comprendo su sufrimiento. Mi temor es mantener el resentimiento mucho tiempo más que lo justo. Y no poder olvidar. Como casi todos los hombres….

Sin embargo en ese casi flotan las burbujas que a mí más me gustan. Los que las hace tan especiales es mi propia desilusión de encontrarlas. Porque cuando ya pierdo las esperanzas y me resigno al mundo de lo común, alguna viene a mí desde lo alto y me regresa (como quien dice) a donde siempre debería haberme quedado…

A Beatriz del Guardo Iriarte

Un comentario sobre “De las veces que le gané a la muerte…”

  1. Todas las personas son extrañas, muchos no comprenden la vida de los demas de vez en cuando, tal vez incluso yo mismo, el ser humano suele ser egocentrista, la solidariadad es rara de encontrar, el compartir algo con un desconocido es un sueño, una utopía en este mundo que vivimos. Pero los hay algunos, de vez en cuando yo, que simplemente compartimos con cualquiera repentinamente como amigos de siempre, personas que caen en lo que otros tachan de locura, pero loco es ignorar o alejarse de los demas. Que se te cumpla tu meta, cada vez estas un paso cerca, sigue buscando a esos que tachan de locos, tal vez se pueda aprender mucho de ellos, o encontrar mas bien, muchas semejanzas con uno mismo. Un saludo a la distancia. Chau.

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