Hoy se esta comportando diferente… mas lejana, como si estuviese molesta contigo… y tu que esperabas que este día fuera como todos los días… normal, común, ordinario… Porque hoy es el primer día en que pones en practica tu propósito de dejar de amarla… lo decidiste y te ha costado resignarte, hablar contigo mismo en tantas horas obscuras, ya no puedes creer que algún día se hará realidad ese amor que repites “prohibido”, ese deseo que declaras “insano”.. En fin, eso que sientes.

Hela aquí… la saludas con la misma solicitud que ayer, todo quieres que marche como siempre, pero todo esta decidido a llevarte la contraria, le miras el rostro serio y te preocupas… Pero sabes que esta vez no indagarás la causa, que dejarás correr las horas y, si es posible, los días.

Escondido en un rincón, contemplas tu reflejo en una suerte de espejo y te dices a ti mismo que mejor para ti… mejor que no te hable, mejor que no te trate igual que siempre, eso solo facilita las cosas, pero aun así te duele esa daga que te atraviesa el corazón, es lo mejor, te repites, es lo mejor.. Ya no soportabas amarle tanto, esta batalla perdida donde los muertos siguen agonizando.

Y de pronto se habre una puerta, esta ahí contigo, y tú sonríes… Tienes que obligar al día, tiene que ser común y ordinario, como lo esperaste… Pero es otra batalla perdida… Ella no es la misma de siempre… su mirada, el par de filos que te atraviesan nuevamente. Y lo entiendes. Y es esa luz en tu cabeza lo que te permite hacerlo, la contemplas de frente sin desviar la vista, a esos ojos que quieren decírtelo, ¿Cómo no te diste cuenta antes?, encerrarte en ti mismo fue un error que estas pagando con sangre, tu corazón vacío, no siente, no reacciona… ¿Es posible que lo hayas quebrado de tanto lamentarte?

Das el paso adelante, estas tan cerca y a la vez tan lejos… es solo el reflejo de querer abrazarle, besarle y tantas cosas que viven en tu mente, pero fueron demasiados días de esperanza silenciosa, demasiadas danzas de lágrimas amargas, ojala ella pueda comprenderte, una vez que te mueves a un lado y le susurras “con permiso”, le das la espalda y aceptas que vendrán las preguntas, y los razonamientos, pero la respuestas, la principal respuesta, ya se dió, ya la has pronunciado.