¡Déjame mirarte cuando estás desnuda!
Que mis ojos te modelen con mil luces,
hermosura de viento, verdad cruda
de la que naces y en la que existes.
Mirar no es amar, sino luz,
imagen primordial de tu cuerpo como estrella.
¡Déjame que no te deje nunca!
Y sin tiempo que te repita el verso
que más que te gusta,
y deje en tus manos el libro abierto,
el de la letra menuda,
en el capítulo incierto
donde el protagonista se asusta.