Ocupa en los despoblados del ocaso, el último vagón de un tren abandonado. Ramiro Smith González, frisando el tongo de un round llamado pasaje, se acuerda de su andadura tortuosa. Sintiéndose taciturno por tantos golpes encajados, unas veces entre las cuerdas, y muchas más contra el suelo, destruido, frente a miles de miradas despiadadas. Posee los ojos del color de la experiencia, infinitas muescas de supervivencia en el semblante…Ha cruzado el puente de la vida, en innumerables ocasiones, con coraje, sin lanzarse por el abismo de la desesperación, a veces salvado por la resonancia de la sangre en el adversario, otras, la soledad le lastimó, advirtiéndole de una probable compañera que sería eterna.
Versado en acometidas desperdiciadas, aposentado en una longeva dolencia, la de la espera del postrero asalto…se mantiene en pie, en este instante doloroso de reconocer los errores al final del recorrido.
Cuarenta grados de locura en sus puños dañados de reyertas. Menos cero coma cuatro silencios de aquí al sarcófago de la fama. Líneas transversales en su rostro anguloso de púgil vapuleado, en otro tiempo, en otro lugar, demasiado lejano y echado en falta, sobre las cuerdas del cuadrilátero de la existencia. Recuerda su carretera, de ciudad en ciudad. La gente le adoraba allá donde pisaba, aclamaban su presencia…Invariablemente, en un cajón del armario de la habitación de los hoteles que moraba, una Biblia, los guantes proféticos, y una gamuza para los zapatos. Hoy se siente cansado, relegado desde hace tantos años por su público, y apremia saborear las aguas de la fuente de dos caños…de la originaria olvidará y la otra le matará… Reposado en su silla, ya ha aprendido a platicar con los difuntos, sabedor de su itinerario, aguarda paciente, con tiempo y sin prisa. Mientras tanto rebusca alimento entre auxilios de repasos del consciente, por las páginas transitadas y revueltas de grafías ya borradas o caídas en algún rincón de su paso neuronal… Lee ancianas referencias, ovaciones de periódicos con fotos de triunfos beige y letras comidas por la polilla.
Acaricia las teclas de la pianola (Es la llamada del cortejo) con los dedos de luchador, todo carente de armonía, con sabores disonantes de aparejo rancio…Mañana las crónicas escribirán dos fechas de calendario y una desnuda reseña: “Dios bendiga el maldito equipaje de sueños, de un boxeador (la vida le golpeó sin noquearlo) vencido únicamente por el tiempo y la cronología…”
12 Agosto 2010
2 comentarios sobre “Descansa En Paz… (Recuerdos)”
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Buena escena cinética. Incluso yo diría que muy buena esta escena digna de una buena película de tragedia sobre el ring. Veo una simbología de la sobrevivencia que hay que desarrollar, muchas veces, en la vida… sobre todo si queremos alcanzar el éxito como escritores. Me ha gustado toda la carga de mensaje implícito que contiene. Quizás muchos no sepan que implícito quiere decir que “está dentro del texto”. Y sí. Tiene mucho mensaje “desde dentro”.
Has producido mucho los últimos años y hoy publicas tanto que has parido… Eso dice de tu fructífera labor… Abrazo más