DETALLE EJEMPLAR

Muy serca de su muerte, sin ganas, con pasos agotados… cayó, cayó cada fuerza y cada puño y cada dedo. Tirado y de bruces no pudo más que resiganarse ante un gélido agonizamiento: sintió caer a una sima muy fría, pero en realidad era el piso. Abrió los ojos, pero solo logró un parpadeo. Se levantó, pero solo movió una rodilla.

El impacto fue destructivo; más que un martirio, una doble , pero agonizante muerte: muerte de su cuerpo, muerte de su mente. Éste último, entre el desgarrante dolor de sus huesos, músculos y nervios, transformó, idealizó y se esforzó por no morir…consiguió recrear las escenas mentales que antecedieron al impacto…

Recreó esa mañana de domingo relajante, de zapatos y medias acomodadas, de paredes blancas y de ventanas transparentes. También, cuando al levantarse, abrió, al igual que sus ojos, la ventana, y respiró ese aire que refrescaba toda su alma; y acercándose a su mujer, la beso como si nunca la hubiera besado, disfrutando de su mirada, su cabello y su forma.

Y a la hora del desayuno, reunidos todos en la mesa: su mujer, eficiente en su labor; sus hijos, contentos por volver a ver a papá después de una semana de estudios. Compartieron; más que la leche, el pan y la mantequilla; una conversación variada de las tareas escolares de los niños; del trabajo de su mujer; de los vecinos que adquirieron un auto nuevo y del paseo de la semana pasada.

Al regar su jardín, Toby, el perro querido y engreído de la familia, fue corriendo hasta él y se abalanzó para lamerle la cara, provocando diversión y entusiasmo con un juego singular entre el amo y su amigo…

De pronto algo interrumpió las escenas mentales y escuchó que hablaban, pero no podía identificar las voces ni de quienes eran. Por más que se esforzaba, tampoco podía moverse. Lo único que continuaba debilmente activo era su mente que lo llevaba a continuar con sus imágenes…
Más tarde, luego de jugar en el patio con sus hijos y acomodar los libros de la biblioteca, almorzaron, y nuevamente, pero con diversos temas, platicaron en la mesa… tan contentos como si nunca hubieran platicado.

Y continuaba pasando el día, luego de compartir con su familia el estreno de una pelicula, fueron a pasear a un hermoso parque, a comer helados de crema, a jugar con las mansan palomas, a sentirse más serca de la naturaleza, de su familia, de sí mismo.

En el camino de regreso, gustosamente agotados, por un día entretenido que parecía que no iba a acabar; continuó con un detalle ejemplar, sacó unas monedas de su bolsillo y se las dió a un mendigo, éste, vestido con pedazos de tela zurcidas, tenía los ojos legañozos,el cabello desordenado, las manos casi torcidas. Entre pasos pausados, recibiendo las monedas, el mendigo le agradeció con una sonrisa casi forzada.

Después, ya de noche, muy cercade su hogar, abrazó muy fuerte a sus hijos diciendoles que los amaba; ellos, muy contentos, entraron a la casa. Luego envolviendo en un abrazo a su mujer, le susurrócosas tan hermosas como si las hubiese guardado por mucho tiempo para decirselas en ese momento… y así dejandose llevar. Cuando unos minutos después, sacó a Toby, el amigo que lo acompañó en su madurez y hasta que en sus últimos anhelos forzados lo incluyó…

De pronto sintió, sin percatarse de la diferencia entre un sueño y la realidad fría, que la lengua húmenda de aquel perro pasaba por su cara y escuchó sus quejidos dolorosos. Paulatinamente comenzó a percibir ciertas cosas… Con los ojos entreabiertos pudo ver a las personas que le rodeaban y que hablaban entre ellos con miradas fijas en el suelo y se preguntaban de por qué personas así tenían que vivir deambulando. Algunos, absortos, no podían creerlo; otros se resignaban afligidos por el mendigo atropellado; algunos que lo habian visto pasar y hasta dado de comer, lloraban dolidos por una persona que jamás tuvo nombre,ni familia, ni hogar; solo un perro que respondía por el nombre de Toby.

Al instante sintió que lo levantabanynosabía con qué;que un ruido constante ensordecía toda su mente y no sabía de donde provenía; que las imagenes se iban y no sabía por qué. Mientras la ambulancia seguia su camino, el mendigo sonrió como si nunca hubiera sonreído; en su interior se despedió de toby y murió contento.

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