Detrás del parchís está la oca. Esta guerra de parchís que se estableció en Irak desde que Bush hizo descargar toneladas de metralla en sus ciudades se ha convertido en una cruel guerra civil de la oca en donde se imponen los luctuosos axiomas “de oca a oca y te mato porque me toca” y “de puente a puente y te mato porque me lleva la corriente”. Esta cruel guerra civil (la más cruel de las guerras) ha pasado de las cuatricoloristas batallas plurinacionales entre chiitas, sunitas, kurdos y occidentales a las revanchas de la Oca Negra (no la Oca Blanca de nuestros juegos Geyper de la infancia) y mientras se matan (de oca a oca y de puente a puente) los unos a los otros sin ninguna clase de reaciocinio humano, el juez que está dirigiendo la causa contra Sadam Hussein (un juez kurdo que no olvida) ha declarado que en caso de que sea considerado culpable de genocidio lo mejor es ajusticiarlo inmediatamente.
Y mientras la Oca Negra sigue segando vidas en las milenarias ciudades de la Mil y Una Pesadillas, la Muerte, la vieja Muerte, sigue avanzando en nuestra cotidiana virtualidad. Así, Slobodan Milosevic muere de ataque cardíaco en la cárcel (se cree que por ingerir medicamentos en un acto de suicidio voluntario o de envenenamiento en contra de su voluntad) y el exwaterpolista español Jesús Rollán, un joven de 37 años que después de haber sido oro olímpico en Atlanta 96 y campeón mundial en Perth 98 y Fukuoka 2001 había caído en la telaraña de la cocaína y decidió acabar con su vida lanzándose al vacío desde una terraza del hospital de La Garriga donde está ingresado. Y un anónimo obrero de la construcción ha muerto cayendo del andamio…
Muerte. Oca Negra tras este voraz juego de parchís a que ya estamos siendo acostumbrados. Detrás del parchís de las multicolores facciones nacionales está el drama diario de las Ocas Negras (no las Ocas Blancas del Geyper de la infancia) que nos declaran una vez más (y siempre a lo largo de la Historia) que es la guadaña el último instrumento que inutiliza al hombre.