Estaba a punto de salir por la puerta cuando notó una mano en su hombro, en ese instante volvió a la realidad, pensó en la gigantesca figura que le perseguía por la Avenida y que al final desapareció en la Travesía… observó su mano zurda, aún sangraba a consecuencia del corte anterior y posiblemente su agresor podría haber seguido el rastro de sangre que dejaba por el suelo.
– ¿Ya te marchas?
La voz delicada y dulce de una mujer le hizo despejarse toda duda, era cálida e hipnotizante a la vez, se dió la vuelta y allí estaba ella… la chica de la barra…