Dialéctica del Desconocido Encontrado

Amor,

¿Te han dicho alguna vez que tienes la sonrisa torcida?

¿Te he dicho alguna vez que no me gustas?

Pues bien;

He construido un puente para ti y para mí. Para que estemos el uno y el otro, a cada lado. Tú al amanecer caminarás desde tu casa al puente, y me esperarás allí parada, mirando.

Imposibilitada psicológicamente de cruzarlo, socialmente hablando.
Cuando yo me haya levantado, haya desayunado, y me haya decidido a salir, iré a mi lado del puente. Y tú estarás allí, aún, expectante. Esperando. Yo iré, con aires de cansado, con los mismos aires cada mañana, y me rascaré la cabeza en forma de duda una vez te haya mirado. Y dudaré con un mohín desagradecido en la cara.
Tú, en cambio, te sentirás nerviosa, te sentirás destemplada. Temblarán tus piernas por distintos puntos cardinales, y tu cuerpo tendrá la necesidad de inspirar y aguantar el aire.

Pero yo, como cada mañana, dejaré caer la mano de mi nuca lentamente, grave. Y se perderá por debajo de mi cara, y no sabré dónde soltarla. Y suspendidas, ambas manos en el aire, se crisparán un momento en gesto ambiguo de adiós.
No sabré, te prometo, dónde esconder la vergüenza y la cara.

Pero tú te quedarás mirando, hasta que mi figura sea un punto negro y difuso que no distingas bien, y se esconda en mi casa.

Mi mirada será gris e incómoda.

Tu mirada será azabache, y azul, y de lágrimas: porque estás enamorada.

Pues bien, amor;

¿Te han dicho alguna vez que tienes las manos muy frías?

¿Te he dicho alguna vez que me disgustas?

Es que he construido un cubo para ti. Y para mí.
Para meterte dentro y observar cómo escribes y cómo te mueves dentro, como a un hormiguero de cristal. Tú dormirás en una arista que yo torceré con uno (gigante) de mis dedos, para que fuese mullida. Tú estarás siempre desnuda, pero no te importa, porque en el mundo del cubo nadie juzga los cuerpos de las princesas gordas. Ni de las otras. Tú decorarás de ajedrez tu suelo. Y escribirás poemas y cartas sobre la vejez en el techo. Tejerás telarañas en el vértice más extremo. Y por sentirte útil, medirás, cabello a cabello, todos los días todos los lados y recovecos. Te sentirás arquitecta por vivir dentro. Y yo, inconmensurable, inmenso, observaré tu quietud y tu feminidad encerrada. Te daré de comer y apagaré de noche tu luz para guardar lo que sueñas dentro también de la caja.

Y tú nunca lo sabrás. Y mis ojos serán para ti, nubes de tormenta y llanto.

Y entonces, y sólo entonces yo te amaré porque eres pequeña y yo debo cuidarte sin que lo sepas. Porque seas mi responsabilidad, he de mimarte. Pero tú, si me miras, serás fría, gris y condescendiente.

Y mis ojos serán azabache, azul, y de llanto: porque estoy enamorado.

Y así, querida y abnegada desconocida, te sentiré cada día.
Cuando salgas de tu casa, y te sientes junto a mí en el autobús. Cuando vengas a mi tienda a comprar agua. Cuando vayas a mi escuela, a mi oficina, a mi lado de la calle.
Y no me mires.
Serás amada.

Pero sólo, los días en los que sea yo quien inocente, ignorante y gris, vaya a tu lado, a tu autobús, tu restaurante, o tu trabajo; estarás enamorada.
Y no te mire.
Seré amado.

Porque la dialéctica peligrosa y vil de los cuerpos que se rozan como por casualidad… no es más que una falacia perdida en tu risa… colgando de mi brazo. De mi imaginación, pendida de tus lazos.

Porque todos hemos sido silenciosos ángeles de la guarda, para alguien que alguna vez en silencio hemos mirado…

Porque podría ahora mismo estar mirándote… tras tu nuca respirando… y tú, sin notarlo.

29-11-09
Lady Oscura

2 comentarios sobre “Dialéctica del Desconocido Encontrado”

  1. Genial! que juego de palabras para llegar a un desenlace que no esperaba y que la gran maryoria de nosotros hemos hecho! Hemos amado y deseado en silencio; preguntarnos que hace, que sueña, que anhela y querer ser nosotros quien demos respuesta a todas su preguntas del tal deseado desconocido!

    Adoro tu manera de escribir!

    Un abrazo! Eres genial!Elbereth

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