Quito, 11 de enero de 2005
Me ha veido a la memoria una vieja noche de mis infancias, cuandoi mi hermano mayor, compungido, me hizo su atroz confidencia: !José, José, tengo miedo!. Resulta que el temor de él era que se reocupaba porque, quizás, cuando fuésemos mayores, se habran acabado las chicas guapas…
Pero las chicas guapas no se han acabado nuna ni nunca se acabarán y, sentado frente a la mesa, mientras escribo este diario, viendo pasar por la acera a los seres humanos, hombres y mujeres, jóvenes y niños, afaenados con todos sus quehaceres, me doy cuenta de que los amores verdaderos siguen y seguirán existiendo siempre… aunque el verdadero amor siempre es uno que nos sorprende…
Por lo demás, hoy ha sido un día de perros. Bongo se hace caca descaradamente e el patio de la casa, Persie muerde a todo el que se acerca a ver a los cachorros y no hace más que entrar en la cocina para comer de las basuras, Milk me pone nervioso con sus idas y venidas si cesar y Laya nos irrita a todos con sus continuos y estridentes ladridos además de que ha tomado la fea costumbre de escaparse por entre los barrotes y seguirme los pasos por toda la barriada…
Menos mal que Sultán ha tenido un día completamente tranquilo durmiendo bajo el sol y la luna.