Heredé las notas de este Diario de Ida que utilizo para seguir viajando,
heredé las notas de este diario de vida que utilizo para seguir viviendo,
pero qué es viajar sino vivir, y recorrer ese viaje intrasubjetivo y al mismo compartido, dividido y dedicado, ese viaje de máquina móvil, de serenos bueyes, de campana y mariposa, que se hace con uno mismo y con todos.
Conquisté en el camino la cima de la esperanza misma, esa que no tiene nombre ni bandera, que no deja permanecer, que oscurece el paso de los pies bajo el suelo, esos que se tiñen con la tierra azabache y la acromegalia de la voz que insiste.
Esa noche, sobre la luna azul que alumbraba el vapor del barco de tu alma, hallé el devenir propio del que hablaba el gurú, encontré en el pacto de tus manos el significado de existir contra la corriente de acero, contra el milagro de no sentir, contra lo otro. Advertí que ya era interna en el hospital de tus palabras, donde no se curaban nunca las heridas.
Lloraba entonces nuestro cuerpo de bengala, debatiéndose en el delirio de una medicina inservible, impoluto y hermoso. Ácido guante de soledad.
Me creía presa de querer ser yo misma y simplemente aquello que era.
Heredé la historia que intento contar y no puedo.
Me encerré en la grácil escultura de porcelana de las letras envilecidas por la lejana y rústica realidad.
Y el Diario de Ida yace desde algunos años bajo mis lágrimas; en el fondo del mar.
Seguramente las caracolas del palacio marino tienen tu diario en su biblioteca salinosa y lo están leyendo… porque es muy interesante todo lo que tienes escrito en él. Ahora nos expresas una Vuelta a tu Diario de Ida y es que todos los diarios que van siempre nos regresan en forma de recuerdo envuelto entre la lágrima de la sencilla realidad. Heredaste las notas de tu Diario que cuentas aún sin poder contarlo. Es el beneficio de saber sentir. Que más allá de las palabras existe el sentimiento de cada una de ellas y tu texto está repleto. Lo estoy leyendo varias veces y en todas ellas encuentro un nuevo matiz de expresiones. Eres excelente escribiendo… ¿te lo dije alguna vez?… bueno, no importa, lo diré siempre… hasta que tomes nota de ello en tu nuevo diario de ida.
¿Será que diario no fue un buen compañero?, dado que su destino fue yacer en el fondo del mar, donde solo los peces devoran sus secretos (y quizás algunos humanos los envidiemos)
Un abrazo 😉