Diario del Kurdistán (23)

Hakkari Dag, 10 de octubre de 2005; Fiesta con guitarras…

Reunión para divertirse. Se celebra una fiesta. Un conjunto de seres mágicos, surgidos de entre las peñas, abandonan por un momento la gravedad de su carácter y celebran un acontecimiento festivo. Somos invitados de honor en el festejo. Demostración de cariño de estas gentes por lo común duras y serias. Habría que ser una especie de Ernest Hemingway para describir detalladamente esta vivencia. Una especie de cronista de la fuerza moral del hombre que se mide con el mundo y con los seres cuerpo a cuerpo…

A los kurdos, cuando están de fiesta, les encanta todas las clases de flores y los colores en su vestimenta. Tienen a la Naturaleza dentro del cuerpo y es para ellos un espejo donde identificarse: rocas, cascadas, espíritus y persoanjes que habitan en ella. Adornan todo con telas multicolores. Los pintores dibujan árboles, animales, estanques, montañas (como hace el famoso Mansour Ahmed) y hoy es lunes. ¿Qué quiere decir ésto?. Que el color de hoy es el negro.

Los kurdos señalan cada día de la semana con un color: el rojo es para el domingo, hoy lunes se simboliza con el negro, el lima es para mañana martes; el miércoles será el azul el privilegiado; el violeta es para el jueves y el verde para el viernes; por últmo, el color del sábado es el amarillo.l Hoy no es sábado pero hay fiebre amarilla en el ambiente soleado…

La gastronomía servida es muy sabrosa: sopa harira, penachos de cordero, arroz con pasas y cebolla confitada, pisto moro !que se llama chakahuja), unas croquetas, nombradas kuba, recubiertas con arroz tostado y rellenas de carne picada, salsa harissa para acompañar y unos deliciosos sorbetes de hijo más un gran pastel mde nueces.

Escuchamos, mientras comemos, música de Celal Gulzeses (de preferencia entre los kurdos) y también de la dama Aynur (la canción “Kage Furdan”). Hay aquí violines, flautas, baglamas, salterios y guitarras… y en medio de la fiesta hablamos de literatura kurda.

Salat me cita a Fazuli, Hariri (un poeta del siglo XII, autor de varias maqamat y célebre por su estilo preciosista), Salman, Jaziri, Nefi, Nabi, los hermanos Ahmed… una serie, en fin, de autores que bien se merecen un estudio profundo y una amplia investigación para un ensayo.

Pero las tres obras ya clásicas de la literatura kurda más representativa son: la Crónica de Cherif, la Epopeya de Mem y Zin y la Balada de Dim-Dim.

Cherif Khan Bitlisi escribió en 1596 su famosa Crónica. Este autor es el más reconocible historiador de la antiguedad kurda. Su Crónica abarca desde el origen mítico del pueblo kurdo (con la sublevación del herrero Kawa contra el monstruo Zohab) hasta los floridos principados kurdos del siglo XVI. Es una verdadera referencia histórica de las tribus del Kurdistán.

Los kurdos también tienen su particular pareja de Romeo y Julieta. Es la Epopeya de Mem y Zin, escrita en 1695 por Ahmed Khani. Es la historia de un amor imposible entre estos dos jóvenes pertenecientes a tribus enemigas. Es el resultado sociológico de la tragedia que siempre ha habido entre los kurdos por culpa de sus rivalidades tribales. Y es, además, un ejercicio de reflexión sobre la necesidad de crear una nación kurda, que ya existía en tiempos de los imperios persa y otomano.

Por último, la Balada de Dim-Dim es un relato épico similar a nuestra Numancia. El esplendor del principado de Bradist y su destrucción por los otomanos. Dim-Dim era una ciudad kurda que sólo fue conquistada por los otomanos cuando todos y cada uno de sus habitantes murieron en su defensa. Un sacrificio heroico de todos sus habitantes.

Cantan los poetas populares kurdos… hay aquñi quienes se animan con la canción amorosa (kulama), con la canción lírica (delal), con el canto épico (lamike siwara) o simplemente con baladas hacia los actos de la vida cotidiana (bardolari). Estos bardos kurdos nos invitan también a cantar. Reynaldo sabe tocar espléndidamente la guitarra y yo me animo a hacer de cantautor. Mientras él toca con maestría el instrumento yo canto como puedo algunas estrofas de Andaluces de Jaén (a lo Paco Ibáñez) y de Al alba (a lo Luis Eduardo Aute). Después, ya más entoncado, me atrevo a cantar una canción propia (escrita una noche en casa de Josechu y Angela en el barrio madrileño de entrevía) que lleva por título Por qué te tienes que marchar… y esto sirve para que Fausto, también animado ahora, cante el pasillo Cuando tú te hayas ido.

Al final nos aplauden cálidamente pero tenemos que irnos ya, envueltos en las sombras, con un hálito de pequeña tristeza, al sentirnos tan insignificantes como somos ante la magnitud de la Naturaleza. No peñas arriba (como escribió José Mária Pereda) sino peñas abajo, hasta llegar al hogar donde hemos decidido dormir en una especie de pajar. Pica la paja. Huele a heno. Es una experiencia más esto de dormir al lado de las caballerías…

Algún lobo estepario (recordando a Hermann Hesse) habrá ido a estas horas, a dormir su sueño metafísico a alguna cueva del Hakkari. Y para que podamos dormir olvidándonos de los picores de la paja, Reynaldo narra un breve relato del Aconcagaua; no del famoso pico de Argentina, sino del río que con ese nombre pasa por su querídisimo Valparaíso. Y nos explica que fue el español Juan de Saavedra quien fundó Valparaiso a principios del siglo XVI. De pronto queda sumido en un profundo sueño, como si los 400 años de existencia de su querida ciudad le hubiesen caido encima.

Antes de cerrar los ojos pienso ¿qué será de la Humanidad dentro de 400 años?. ¿Existirá una nación llamada Kurdistán o estará toda la zona despoblada?. ¿Habrán ya dejado de existir los hombres sobre la Tierra?. ¿Vivirán de una manera completamente impensable por nosotros ahora?. ¿Estarán poblando otros planetas del enigmático Universo?. En medio del enigma cierro los ojos y el diario.

Un comentario sobre “Diario del Kurdistán (23)”

  1. Hay una película rodada en Kurdistán, de producción irano-iraquí, que es increíble. Se llama “Las tortugas también vuelan”. Es mejor verla en versión original, para que puedas profundizar en las personas y escuchar el kurdo. Un besito

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