Sin paliativos ni medias tintas: se me había revelado que el Día del Fin del Mundo llegaría en breve. No voy a decir cuál era mi fuente de información porque quiero evitar que algún posible incrédulo se permita dudarlo, ni que alguien aún más incrédulo y además bromista decida hacer chistes al respecto.
– ¿Sabes que se acerca a pasos vertiginosos el Fin del Mundo? le dije a Eloy, mi pareja.
– ¿Ah, sí? Pues entonces saca lo que queda del jamón ibérico, descorchemos esa botella de vino superguay que guardamos para una ocasión especial, y esperaremos que llegue de forma satisfactoria, contentos y ahítos.
– ¿Ah, sí? Pues entonces saca lo que queda del jamón ibérico, descorchemos esa botella de vino superguay que guardamos para una ocasión especial, y esperaremos que llegue de forma satisfactoria, contentos y ahítos.
En lugar de hacer lo que él decía, saqué la ropa de la lavadora y cogí el barreño, disponiéndome a tender. Bueno, reflexioné mientras tanto, él no me toma muy en serio a veces. Qué digo a veces, prácticamente nunca cuando se trata de noticias de este tipo. Si le llamo descreído, se ríe y me recuerda con mucha sorna las veces que he dado noticias falsas sobre posibles desastres. Pero yo sé que esta vez va en serio, de verdad.
Empecé a sacudir cada prenda que tendía mucho más vigorosamente de lo habitual. Puede parecer una tontería, pero me ayudó a descargar tensión.
– ¿Y se supone que primero sonará la trompeta del ángel que lo tiene que anunciar, y que se habrán roto los Siete Sellos, etc. etc., tal como dice la Biblia?
– Pues mira, listo, no sé si esas figuras de la Biblia eran algo simbólico o no, pero por si acaso deberíamos tomar medidas para…
– Pero ¿qué medidas? ¿No te estoy diciendo que saques el jamón y el vino? Qué sería mejor, que nos arrodillásemos inmediatamente y nos pusiésemos a rezar? Pues vaya fin de fiesta, caramba (bueno, aquí utilizó otra exclamación menos literaria y más contundente, pero aunque yo he venido utilizándola desde hace al menos tres décadas, prefiero abstenerme ahora de decir tacos, por si acaso.
Comencé a moderarme con las sacudidas de la ropa, no era cuestión de cargarme alguna prenda delicada. Además, tengo a gala el ser (o más bien parecer) controlada en cada ocasión.
– Y ¿se supone que luego viene aquello de pesar las almas (¿o eso era lo de los egipcios?) y lo de mandarnos al infierno una vez nos hayan resucitado para que el cuerpo sufra los tormentos de las hogueras con las que nos han asustado casi desde la cuna?
Como veréis, no hay quien dialogue ni razone con él. Él dice que su ateísmo proviene del empacho de educación religiosa sufrido en la infancia y la adolescencia. Pero creo que no es así. Me parece que todos sus amigotes son, cuanto menos, agnósticos y él no quiere sentirse desplazado.
– Me pregunto – sigue diciendo – si allá donde nos toque ir podremos llevar algunas cosas que nos gusten especialmente…
– Pero ¿tú estás loco? Eso es una tontería, cómo va a estar eso permitido, como si fuésemos a coger un avión para un viaje de vacaciones. Tendremos que mirar esas cosas para grabar sus imágenes en nuestras retinas y luego olvidarlas temporalmente. Quién sabe, si nos meten en el grupo de los elegidos, puede que podamos recuperarlas más tarde…
– ¿En el grupo de los elegidos? ¿Esos que son solamente ciento cuarenta y cuatro mil? ¿Te das cuenta de que todas las plazas están copadas por los Testigos de Jehová? ¿Y que, aunque no fuese así, con todas las almas que han existido sobre la Tierra desde su creación hasta ahora, nuestras posibilidades de estar en ese grupo son prácticamente inexistentes?
Me ha hundido, desde luego que me ha hundido. Echo cuentas, así, por encima, y aún contando con que la Tierra, en sus primeras etapas como planeta habitado y habitable, contaba con muy pocos residentes, el resultado es abrumador. Prácticamente no tenemos posibilidad alguna.
He terminado de tender, con lo cual mi sistema anti-estrés se acabó. Y me doy cuenta de que estoy perdiendo el tiempo discutiendo con él. Quiero hacer cosas que jamás he hecho. He pensado, en primer lugar, en ir a buscar a Álvaro, con el que flirteé en tiempos sin llegar a nada serio y tirarle los tejos, a ver qué dice. Es una asignatura que tengo pendiente y que deseo aprobar ahora que queda poco tiempo. Y luego quizá me decida a intentarlo también con Eduardo, aquél que decía que se iba a suicidar si no le hacía caso cuando teníamos poco más de quince años.
Aquí detengo mis pensamientos. Puede que ambos movimientos empeoren mi score en el concepto de la Divinidad. Puede que se consideren adulterio aunque mi chico y yo no estemos casados. Por cierto que eso es algo a corregir.
– ¿Sabes qué? Creo que deberíamos casarnos, le digo a Eloy. Y me dispongo a preparar la ensalada para la cena.
– ¿Qué? ¿Es posible que mis oídos hayan llegado a escuchar de tus labios esa proposición de matrimonio?
– Te confundes, no es eso, sino el anuncio de una obligación, para que se tenga en cuenta y nos proporcione más puntos a la hora del pesaje de almas. Tendría que ser, además, con el sacramento del matrimonio según el rito católico.
– Oye, si te has inventado todo esto para conseguir que yo me case por la iglesia, en vez de que nos case el juzgado, o un alcalde, o hasta un notario según las nuevas leyes, te digo que nanay. Yo te he propuesto matrimonio civil en varias ocasiones y te has negado. Ahora sé porqué… querías una boda religiosa, está claro.
Empiezo a machacar el ajo para la ensalada de escarola. Es más relajante, aún, que lo de sacudir la ropa. Así que aquí estamos discutiendo sobre la posible boda, sin tomar en realidad ninguna medida que nos ayude a afrontar el trance. Estoy segura de que estamos retrasadísimos con respecto a otras parejas, que se habrán apresurado a legalizar su situación. Tengo que entrar inmediatamente en las redes sociales para ver qué dice la gente al respecto. Espera, no, no va a ser una solución, porque se supone que la información que poseo es muy, pero que muy restringida.
Abriré el correo electrónico a ver si algún mensaje de mis contactos dice algo. Buscaré en Internet, en una de esas páginas web americanas especializadas en anunciar, desde hace más de una década, el “Doomsday”. Claro que las veces en que han hecho anteriormente anuncios de ese tipo han fallado estrepitosamente, pero nunca se sabe.
Con las nuevas tecnologías, creo que podré llegar a una conclusión. Las nuevas tecnologías lo saben todo y lo pueden todo. Quizá hasta parar el Fin del Mundo…
Muy bueno tu cuento. Cuento para reflexionar y entender. Si no lo entiende ese menda es mejor dejarle y buscarse otro más bueno. Un abrazo cordial. Me alegró leer tu cuento y confirmé mis creencias. Si ese menda no entiende deja que otro lo entienda. Es una moraleja sabia. Tu cuento es excelente.
Sé que Doomsday significa, en español, Día del Juicio Final. Si ese menda no tiene juicio ¿cómo se le puede pedir peras al olmo? Hay Perales que canta que el amor es un amarte yo y es un amarme tú. Recomiendo a las que se encuentren con tipos como ese menda que se busquen otro que sí tenga juicio suficiente como para saber que Doomsday significa Día del Juicio Final. Claro que a los que son ateos, agnósticos y otras malas hierbas de sectas y cosas así es mejor desterrarlos y dejarlos plantados a ver si algún día les crece el juicio por casualidad. Aunque ya sabemos la Fábula del Burro Flautista me parece que eso de que la flauta suena por casualidad es algo que no está al alcance de todos los burros. Jajaja. Un abrazo amistoso y sincero.
Excelente para ser la primera vez que escribes aquí. Bienvenida.
Te he enviado un mensaje privado.
Gracias por tu comentario privado, Carmenhdez. Te lo agradezco de corazón; pero perdona que te diga que no me dedico nunca a conocer la personalidad de quienes usan varios nicks al mismo tiempo. La verdad es que no tengo interés en saberlo pero te agradezco tu detalle. Un abrazo amistoso y no dejes de escribir.
No escribo con varios nicks al mismo tiempo, dejé de escribir hace años y ahora, como una renovación, he cambiado de nick y de contraseña.
Ay, es cierto, se me había olvidado que lo tuyo no es usar varios nicks al mismo tiempo, sino escribir como si fueses tu abuelita… Y tú no dejes de utilizarla a ella para engrosar los comentarios que nadie te hace.
No me hace falta comentario alguno para saber escribir con excelsa magnitud… claro que tú de magnitudes quizás necesites comentarios para ser algo… y en cuanto a mi abuelita no solo me comenta por su libre voluntad (que es algo que al parecer a ti te falta) sino que tiene tanta inteligencia que tú nunca te la podrías ni imaginar. Para saber comentar, querida lo que sea, es necesario antes saber escribir. ¿O no sabes esa regla literaria que dice escribe antes de hablar lo que no sabes o habla después de saber escribir lo que desconoces? He tenido tantos comentarios en mi vida literaria que me sobran los comentarios de quienes no me importan para nada. Comentar es encontrarse con uno mismo. ¿Te has encontrado tú contigo misma en alguna ocasión o todavía andas perdida por el mundo de las musarañas? Ni te critico ni te alabo pero como dice mi abuelita “cada cual es lo que vale y no lo que aparenta”. Por eso me comenta tantas veces mi abuelita… porque ella sí que vale lo que es mientras otras no valen ni lo que aparentan. Y en diciendo estas cosas sigo caminando que no he de perder yo las horas hablando con quien no sabe escribir más que lo que su falta de conocimiento le indica. Y como no oculto nada hago los comentarios los hago a “puerta abierta” para que quien quiera lo lea o quien quiera lo olvide. Quizás a ti se te haya olvidado y por eso lo ocultas a los demás. En fin. Hechos son amores y no malas razones.
Doña Hernández (con todos mis respetos le pido perdón por no llamarle señora pero es que, al no conocerla personalmente, desconozco por completo si es usted señora o no es usted señora) como supondrá usted, después de haber triunfado con mi esposa (que es la única que he tenido y que tengo porque no la he engañado jamás ni me he engañado jamás a mí mismo) con todo un Premio Nacional de un país de las Letras… más otros reconocimientos literarios y periodísticos que no cito por no caer en la vanidad aunque recibirlos los hemos recibido, lo que usted pueda comentar de mí, y con todos los respetos lo hago público, me importa menos que un pimiento morrón. No se me ponga de morros si le hago saber que he recibido cientos y miles de comentarios pero que no me creo importante por ellos sino por otras cuestiones que usted desconoce. Así que con éste comentario mío tiene ya usted otro para aumentar su cosecha. Dicen los hombres y las mujeres de sana voluntad que se cosecha lo que se siembra. Yo sembré ya tanto que quizás usted no sepa ni en qué punto del espacio geográfico nos encontramos. Mi abuela le envía otro comentario para que siga acumulándolos usted en su Haber y a ver si nos aclaramos mejor cuando escribimos… que falta le hace… porque, perdone que le diga, ni la conozco y si la conozco la verdad es que no me acuerdo. Y ya se sabe que siempre se acuerda uno de lo que de verdad le agrada. ¿Entendido? Pues siga usted escribiendo que a lo mejor lo consigue.
Mi abuela materna: Doña Hernández (y perdone usted que no la llame señora porque la verdad es que, al no conocerla yo tampoco, tampoco sé si es usted señora o no lo es), con todos mis respetos le envío este comentario para que no sienta usted celos y, de paso, le aclaro que su texto no me ha gustado absolutamente nada porque es tan difícil de comprender para las personas inteligentes como yo, que la verdad parece no escrito con las manos. No se me ponga de morros, por favor, pero sus textos me importan menos que un pimiento morrón (con perdón).
Para que llegue usted al mágico número de los 10 comentarios en su texto, aquí le envío mi último para completar ese 10 que tanto se merece (recuerde que un 10 es una matrícula de honor en nuestro querido país): Ser o no ser. He ahí la cuestión. Espero que me haya entendido y comprendido porque mejor no lo sé expresar.
Como lo cortés no quita lo valiente, aquí le envío (señora o señorita) mi Pasodoble para que aprenda DE UNA VEZ POR TODAS que defiendo a las mujeres (incluso a usted).
José Orero
el mejor de los toreros.
José Orero
el mejor de los toreros.
No hay en el mundo
un torero como él.
José Orero
el mejor del redondel.
José Orero
el mejor de los toreros.
José Orero
el mejor de los toreros.
No ha habido nunca
y no lo podrá nunca haber
mejor torero
mejor torero
mejor torero que José.
Cuando salta a la arena
y torea con placer
las muchachas madrileñas
las muchachas madrileñas
siempre se ponen de pie.
José Orero
el mejor de los toreros.
José Orero
el mejor de los toreros.
No hay en el mundo
ni nunca lo puede haber
un torero de más clase
un torero de más clase
en ningún otro cartel.
(Se repite todo 2 veces más).
YA TIENE USTED 11 Y A LO MEJOR SUPERA LOS 12. FELIZ AÑO NUEVO SI USTED LO DESEA,.
Joseph Conrad dijo: “Se juzga a un hombre por sus enemigos tanto como por sus amigos”. Te lo hago saber para que alcances los 12 y no tengas reparo alguno en entrar a forma parte de los 125 más comentados. Un saludo cordial y que tengas felices cuentos.
Mi abuela materna: Como dice la canción: “Para que no me olvides ni tan siquiera un momento”… pues sí… me llamo, y a mucha honra lo digo, Rufina Sáiz Del Arco, soy la abuela materna de Diesel y, por supuesto que elegida por mí misma porque para eso soy su abuela, soy Comentarista Oficial de mi nieto. ¿Qué pasa? ¿Te pasa algo raro por eso? Estoy dispuesta a escuchar qué rareza es la que te pasa porque repito que en el texto no lo he entendido. Si tienes algo en contra de que yo sea Comentarista Oficial de mi nieto no tienes nada más que mandar un mensaje oculto al Buzón de Diesel para que nadie se entere, que ya estaré yo bien dispuesta para que se enteren todos y todas. Abur. ¡Ya has conseguido los 13 comentarios y si te he servido para conseguirlo me alegro y tengamos las fiestas en paz que se avecina febrero y hay que abrigarse bien! Un saludo cordial, Doña Hernández, pero perdóneme si no la entiendo.
Qué locuelo está usted, Orero. Qué lástima, cómo ha degenerado de unos años a esta parte. Se debe aburrir muchísimo.
Y no vuelva a escribirme, no pienso molestarme y perder ni un segundo más en esta estupidez.
Su absurda opinión (ya que carece de cualquier capacidad para hacer un comentario) es digno de persona ignorante que no sabe de quién habla ni lo que habla. Así que tampoco voy a hacer yo más comentarios pero su ignorancia es tan elevada que ignora lo más esencial: para hablar de un hombre hecho y derecho hay que estar a la altura de ese hombre hecho y derecho y usted está a años luz de estarlo. Abur. Feliz Vida.
Dentro de la Comunicación Social, a la cual pertenece el Periodismo (oficio del que soy Licenciado y por eso lo tengo muy bien “trillado”) existe el género de los textos escritos y las conversaciones orales, de los cuales podemos citar, como los más importantes subgéneros, a las opiniones, los comentarios, los análisis y las interpretaciones. Cada uno de estos subgéneros (que muchos confunden por su gran ignorancia) tiene sus propias peculiaridades y no son iguales entre sí sino que presentan diferencias muy notorias. Voy a describirlas en breves palabras.
Las opiniones son los textos escritos o conversaciones orales de simples aficionados o aficionadas (como es su caso Doña Hernández) que, a veces, sí saben lo que dicen pero que, en la mayoría de los casos, no saben de lo que hablan. Respecto a los comentarios hay que saber que son textos escritos o conversaciones orales de profesionales que tienen el título universitario que los cataloga como periodistas y que, por lo tanto, sí saben lo que dicen y sí saben de lo que hablan. En cuanto a los análisis son textos escritos o conversaciones orales propios y propias de profesionales que, además, tienen ya tanta experiencia que son capaces de saber analizar. Por último, las interpretaciones son textos escritos o conversaciones orales de profesionales que, además de tener mucha experiencia, son especialistas en algún tema determinado y muy concreto.
Dicho todo esto, de lo cual podríamos estar hablando miles de horas seguidas en un debate abierto, dejo constancia, en pocas palabras (lo bueno si es breve es dos veces bueno) de las grandes diferencias que existen entre las opiniones, los comentarios, los análisis y las interpretaciones que son cuatro de los principales subgéneros que, en Ciencias de la Información o Ciencias de la Comunicación, forman parte esencial de un corpus general llamado textos escritos o conversaciones orales.
Mi abuela materna: ¡Ande ya para adelante, Doña Hernández! Y a ver si lee usted “Corre, conejo” (de John Updike) que a lo peor sabe usted mucho de eso. La próxima vez que me introduzca en sus opiniones haga el favor de no ser tan ignorante.
Mi abuela materna: Tomo el relevo de mi nieto más preferido para ver si yo acierto más en esto de los comentarios de textos. Que se me da a mí por comentar que el título del texto (por empezar como Dios manda) es fatal pero fatal de fatalidad. Porque no hay quien lo entienda. Si empezamos por un título que no hay quien lo entienda nos podemos imaginar el resto; pero para ser ecuánime y sin prejuicio alguno voy a ver si desentraño algo de lo que ya leído anteriormente me suena a chino mandarino.
“Sin paliativos ni medias tintas: se me había revelado que el Día del Fin del Mundo llegaría en breve. No voy a decir cuál era mi fuente de información porque quiero evitar que algún posible incrédulo se permita dudarlo, ni que alguien aún más incrédulo y además bromista decida hacer chistes al respecto”. Empiezo por aclarar, vágame Dios, que si alguien da una información sin haber consultado una fuente de información el resultado es un churro y como yo fui churrera entiendo que a sin paliativos y a sin medias tintas sería mejor haber escrito “Sin miedo alguno” porque es más directo y es más concreto. Ya que los paliativos no lo entiendo y los de medias tintas se me queda a medias. Comenzando por un “Sin miedo alguno” resulta que eso de que el Final del Mundo llegaria enbreve solamente es una suposición y a toda suposición, en todo buen cuento o relato, debe seguir una confirmación para que el texto tenga armonía y presente ligazón. Cuando señalo lo de ligazón no es que quiera decir que el prota o la prota tenga que ligar con el señor del barrio sino que hay que ligar la entradilla con los primeros diálogos. Los incrédulos quedan siempre aparte porque de nada entiende aunque de todo hablan. ¡Ahí sí! ¡Ahí el autor o autora del texto se puede apuntar un buen tanto!. Sigo.
Mi abuela materna: El primer díálogo, como ya me venía yo suponiendo al leer la entradilla… pues la verdad que sobra porque no tiene mucha sustancia literaria. Falta alguna que otra admiración de sopresa como ¡Oh, Dios mío! ¡Se está acabando el Mundo! que le darían mayor emoción al inicio del cuento y del relato. Para mí que cuando algo empieza con una suposición metafísica mal vamos, mal vamos, mal vamos. Pero bueno. Es pasable y es encomioso el esfuerzo por lo que sí, que tiene su punto de gracia aunque a mí no me llene del todo. En fin que el resto del texto ya no lo comento porque me ha entrado ganas de comer jamón. Doña Hernández, no se tome usted a mal estos mis sabios consejos porque en el instruírse está el mejorarse, como dicen en mi Cuenca natal, y todo tiene buen provecho cuando se le saca provecho a un buen consejo. En definitiva, que como dijo Diesel (mi nieto preferido) es un buen cuento o un buen relato o vaya Dios a saber qué es. Sonría un poco y siga escribiendo que no lo hace tan mal como parece y lo que parece no es más que lo que parece así que no se me enfade usted conmigo ni mucho menos con Diesel que no tiene la culpa de que no todo el texto sea perfecto.
Mi abuela materna: Nada es tan perfecto como la imperfección. Sabia frase que le he escuchado decir a mi nieto. Así que no se moleste tanto porque Diesel le haya dicho que escribe usted bien. Y es que el mundo está lleno de paradojas, Doña Hernández, y no sea usted de esas paradojas, recoja los buenos comentarios que le hizo mi nieto y siga adelante pero con el burro delante para que no se espante (buena frase de mi querida Cuenca). Por cierto, Diesel no nació en Cuenca, pero tiene querencia por Cuenca lo mismo que yo tengo querencia por mi Bonifacio que en paz descanse y al cual jamás traicioné ni he traicionado nunca… proque haber buenas mujeres las habemos… y punto.