El avatar de la felicidad

Encontramos falsos héroes,
cuando no los buscamos y ahí están,
aparecen de pronto y por casualidad,
Ls tienes en la calle,en las tiendas,
en el bar de la otra acera,
áquel al que nunca vas,
en tu propio hogar.
Pero,¿quién es el el profeta?,te preguntas,
el verdadero y sin igual…
Es el niño que te sonrió,
mientras divertido sotenía un globo,
es el abrazo de dos compañeros de camino,
que se vuelven a encontrar..

El adios de un corazón,
que en un suspiro,dormido,
se apaga y se va.
Es la triste melodía de un saxofonista en la Gran Via…
El roce suave que se escapa,
cuando una mano encuentra a otra,
y vibra el alma de pura emoción.
El profeta es áquel joven mendigo,
sentado al pie del Palacio Real,
que me llevó a escribr estas palabras,
al pasar a mi lado y decir:
Buenas noches mi niña,Feliz Navidad.

4 comentarios sobre “El avatar de la felicidad”

  1. A veces esas cosas pequeñas, como el encuentro con el niño que te sonríe, con el saxofonista de la Gran Vía y el mendigo del Palacio Real, son las que humanizan la ciudad y nos abren una ventana a una felicidad pequeñita e íntima, muy nuestra.
    Nos harían falta más sonrisas, más música y más comunicación por el centro, pero porque nos salieran de dentro.

    Un beso, lullaby

  2. Los momentos que más ” triviales” parecen, pueden resultar ser los mejores, los más sabios que como sabios que son , saben profundizar en la dulce verdad de cada uno.

    Un abrazote.

  3. Así es, Lullaby. Los momentos efímeros que siempre permanecen en nuestra memoria y que nos emiten grados de felicidad son las inesperadas sorpresas que todavía nos puede dar la vida urbana. Una mirada, una mano que encuentra a otra, una frase soltada desde el ángulo sensible de la vida. Un beso, Lullaby, un beso vorémico para acompañar tu bonito poema.

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