El blanco perfecto

Ahí viene el Metro, atestado de gente como todas las mañanas. Escojo con la mirada desde el andén a mi víctima, mientras repaso mentalmente el plan. Se abren las puertas. El último en bajar es un hombre todavía somnoliento. “Mi víctima”, digo para mis adentros. Él me mira de reojo y entonces ataco: “Hola, ¿cómo está?, que gusto verlo!!!”, y le doy un fuerte abrazo junto con una sonrisa. Luego me subo y avanzo por el carro. Él gira. Las puertas se cierran y veo con satisfacción su cara de incertidumbre. Pobre hombre, pensará todo el día en quién le saludó, y yo, no puedo esperar hasta mañana para escoger una nueva víctima.

2 comentarios sobre “El blanco perfecto”

  1. Pues en realidad, los que parecen ir más apurados son mejor es blancos… los más relajados tienen demasiado tiempo para pensar, los ocupados, cada rato libre o entre pensamientos, pensarán,… quien sería????? lo dejo a tu elección, o por si te ocurre otra forma de elegirlas, avísame

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