El Caballero de la Rosa ( Capítulo 2)

– Entremos ya en materia, caballeros – siguió hablando el Rey Arturo.
– Es necesario ser muy prudentes – advirtió Sir Perceval de Gales, el brazo izquierdo de Arturo.
– ¿Acaso tenemos algo que ocultar? – protestó Sir Lanzarote del Lago, el brazo derecho de Arturo, mientras miraba, iracundo, a Sir Perceval.
– Es necesario -siguió el Rey Arturo- que todos lo tengamos muy claro. El asunto es, en verdad, importante. Alguno de nosotros debe encontrar el Santo Grial.

La memoria del llamado Caballero 10 comenzó a funcionar: “El Grial es, según una vieja leyenda totalmente infundada o sin base suficiente como para ser realidad, el vaso que Jesucristo utilizó en la Santa Cena y que, según sigue diciendo la leyenda, fue utilizado por José de Arimatea para recoger las gotas de sangre que brotaron del costado izquierdo de Jesucristo cuando fue lanceado por un soldado romano durante su Crucifixión. Se dice que se encuentra en algún lugar del Occidente Europeo”.
– Sobre el Santo Grial hay mucho escrito en las novelas de caballerías – dijo al resto de los allí presentes.
– ¿Creéis que es cierto o falso? – se le encaró Lanzarote.
– Ni lo uno ni lo otro. Yo sólo dispongo mí tiempo según las causas sociales que suceden a mi alrededor -contestó el Caballero 10.
– !Sigamos con el debate sobre esta cuestión, caballeros… y dejémonos de zarandajas sobre asuntos privados y personales!. !Lo que necesitamos son hombres decididos a ir en su búsqueda!.
– !Lo vamos a conseguir, Arturo! – se emocionó Sir Lanzarote.
– No será tan fácil – le respondió Sir Perceval- pudiera ser que la leyenda sólo sea una falsedad como otras muchas. O pudiera ser cierto. Lleva razón el Caballero 10 cuando dice que ni lo uno ni lo otro…
El aludido solamente sonrió… mientras observaba cómo entre Lanzarote y Perceval había una especie de enfrentamiento, muy particular, que producía desazón entre el resto de caballeros de la Tabla Redonda.
– ¿Vos que opináis, Caballero 10? -le preguntó el Rey Arturo.
– Ahora mismo no tengo ninguna opinión de momento…
– Esta es la estrategia a seguir – continuó el Rey Arturo – como somos 28 caballeros celtas los aquí reunidos resulta que, según la Numerología de nuestro amigo el Mago Merlín, cumplimos la normativa de que somos un número par y, por lo tanto, 7 irán hacia el este, 7 irán hacia el sur, 7 irán hacia el oeste y 7 irán hacia el norte.
– Esperad un momento, Rey Arturo. Yo no he venido aquí para la aventura de buscar el Santo Grial. Exista o no exista… no entra en mis planes ni en mis sueños tal aventura -dijo El Caballero 10.
– !Vamos a ver! – se encolerizó el Rey Arturo- ¿qué es eso de que no entra en vuestros planes ni en vuestros sueños buscar el Santo Grial?.
– ¿Es que acaso no sois un caballero celta? -le increpó Lanzarote.
– No soy celta. -respondió escuetamente El Caballero 10.
Un alboroto de murmullos estalló entre los amodorrados caballeros… algo así como si un rayo de luz hubiese entrado en sus mentes y los hubiese despertado de su aletargamiento. Hasta que de nuevo El Rey Arturo puso paz y tranquilidad con su palabra.
– ¿Cómo os llamáis en realidad o cómo se os conoce, si se puede saber?.
– No tengo nada que ocultaros sobre ese asunto. Mi verdadero nombre es Joseph Del Oro y me conocen las gentes humildes como El Caballero de la Rosa.
– !Cómo estoy seguro de que os voy a convencer para que forméis parte de nuestra aventura desde este momento os proclamo Sir Joseph Del Oro!.
– No es necesario que me nombréis Sir. Vuelvo a repetiros, y lo digo en presencia de todos los aquí reunidos, que no forma parte de mis planes ni de mis sueños tal aventura…
– De todas formas mi palabra es mi palabra y se convierte en ley. Estoy seguro de que os haré cambiar de idea y por eso ya sois Sir Joseph del Oro os convenza o no os convenza. Tenemos toda la madrugada por delante.
– ¿Habéis dicho que las gentes humildes os conocen como El Caballero de la Rosa?. – le preguntó iracundo Sir Lanzarote del Lago.
– Tan cierto es como que a vos se os conoce, entre la alta clase social, como El Príncipe Valiente – dijo sonriendo Sir Joseph Del Oro.
Lanzarote comenzó a recordar…
– !Voto a bríos!. !Ahora recuerdo!. !Se os conoce como El Caballero de la Rosa porque tenéis por costumbre regalar rosas rojas a las prostitutas de los lugares más bajos y humildes de los lugares por dónde pasáis!. Lo he oído comentar alguna vez en diversos castillos y ciudades por donde he realizado mis grandes hazañas.
– !Es cierto!. Yo también empiezo a recordar y he oído dicha leyenda en boca de juglares de baja estopa. Lo cantan en las plazas de las aldeas más míseras que existen.
– ¿Es cierto eso? – explotó iracundo el Rey Arturo – porque si es cierto…- pero dejó cortada su frase cuando miró de frente a los ojos de Sir Joseph Del Oro. Hasta que recuperó su ánimo y continuó…
– !Por una sola vez haremos la excepción! !No importa que regaléis rosas rojas a quien os venga en gana, sean mujeres de cualquier clase social!. !En Camelot nunca pensamos ni nos ponemos al servicio de las gentes de baja estopa como dice mi querido Lanzarote!. !Pero somos liberales y ya formáis parte de nuestro clan!.
– ! Yo no estoy de acuerdo! – protestó Sir Lanzarote del Lago. !En esta Mesa sólo se sienta la flor y nata de la caballería andante! !Sir Joseph debe ser expulsado inmediatamente de Camelot!. !Propongo que se haga una votación secreta sobre el asunto!.
– ! No habrá votación alguna… ni secreta ni a brazo levantado! – intervino el Rey Arturo. No sólo forma parte de nuestro círculo sino que le convenceré de que se una a nuestra aventura…
– Pues es inconcebible que forme parte de nosotros- se quejó Sir Lanzarote.
– Vos sois al que llaman El Príncipe Valiente… ¿verdad? – se le dirigió El Caballero de la Rosa- Yo también conozco muy bien vuestras hazañas…
– Sí. Le llaman El Príncipe Valiente en todas las cortes europeas – habló por primera vez Sir Tristán.
– Estáis demasiado triste, Sir Tristán. Las cuestiones amorosas os han vuelto demasiado lánguido. No os preocupéis por tan poca cosa. Ya sé que doña Isolda os engaña de vez en cuando…
Los 27 Caballeros de la Tabla Redonda allí reunidos bajaron ligeramente la cabeza y comenzaron a meditar…

Un comentario sobre “El Caballero de la Rosa ( Capítulo 2)”

  1. Me gusta la reseña Diesel, la verdad me gusta transportarme e imaginar toda la escena. Aquí vivo la magia de la lectura y la literatura. Gracias por la historia que sigo atento!. Un abrazo fuerte a la distancia!!

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