El día de tu corona

Lejano no está el día
en que los pétalos de tu corona,
como un amasijo de estiércol,
enloden los sueños
que tus sienes orlan.

Un vendaval de luces oscuras
como murciélagos errabundos,
ciegos de sol,
se te enredan cual condena jubilosa.
Prismas moribundos
acallarán los alaridos
de tus auroras apagadas.

Y entonces voltearás el rostro
de carbones encendidos,
buscando la mano hacendosa
que inocente te extendió
fragmentos de Prometeo

Comprenderás que atardecido es
en las grutas silenciosas de tu garganta
No te salvará el gorjeo de los últimos cantos
ni el grito rebelde
de la mártir noche.

Febrero y 2010

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