Había una vez un Gran Payaso sin gracia. “Qué triste es un payaso sin gracia…” pensó el poeta. “¿Habéis podido comprobar los desgraciado que debe ser tener que hacer reír a los demás sin tener gracia en lo que se dice?” preguntó a las estrellas de las imágines y el color… y éstas respondieron: “Ya lo hemos hecho.
Es una verdadera desgracia de hombre”. Y llevaban razón las estrellas humanas. En las noches lunáticas El Gran Idiota siempre era una tragedia: raudales de majaderías sin mayor sentido que lo escatológico soltaba el infeliz. Era un atroz insulto al arte de la payasería. Pestilente humor. Desdicha. Botarate sin más. El Gran Idiota se pavoneaba, noche tras noche, sobre sus “tacones de avestruz” mientras le aplaudían únicamente sus asalariados adláteres que había comprado a cambio de un abonimable café. Y se convertía, noche tras noche, en gaznápiro, sacamuelas, morralla humana… con tal de triunfar en el séptimo arte de la televisión (la aspiración pequeñoburguesa y pequeñoservil del Gran Idiota). Pero también pensó el poeta en el tremendo conflicto existencial en que debía de vivir aquel proyecto de humorista que se había quedado atascado entre la nada y el menos que nada… y sintió lástima de él… pero no cabe duda de que El Gran Idiota se lo montó a su manera. ¿Cómo logró entrar en un Canal de la Tele para tormento y pesadilla de niños, jóvenes, adultos y ancianos?. Muy fácil. Sólo hay que tener tan poca dignidad como para “bajarse los pantalones” ante el pelanas enviado por la tele a recorrer cafetines baratos y descubrir talentos nuevos,; aunque sean, como en este caso, el talento de la estupidez. Total, pensó en su momento El Gran Idiota: no es nada del otro mundo, solo tengo que explotar el chiste del mal olor del talón de Aquiles, cagarme en la Historia hablando de los güevos de Colón o los güevos de Napoleón o, mejor que eso, expresar “boutades” sobre la vida y obra de Franco o de doña Juana la Loca. Todo eso y a esperar la llegada del “cazatalentos” de turno que, acariciándote la cara (mariquitus habemus) te dice: “tú tienes futuro muchacho” (sin dejar de fumar su cigarrillo Viceroy). Y después… “!a situarme bien en la tele y a vivir que son cuatro días mal contados!”.
Pobre tonto. Iluso charlatán… que es maromo por querer ser capitán.
La Luna es testigo presencial de esta tragedia del Gran Idiota que de bazofia humorística pasó, de la noche a la mañana, a presentador de canal de teleadictos… !claro!… !no olvidemos que El Gran Idiota es un consumado “artista” en esto de darle al “punto”, al “punto y coma” y, sobre todo a la “raya”!… Y, sobre todo, que el ateísmo no falte señores, que no se puede ser moderno siendo creyente…
Y yo digo, como répilca, que no se puede ser tan incapaz y, al mismo tiempo, tan ridículo.