El grifo.

El grifo, en sus represetnaciones de distintos pueblos antiguos, adquirió diversas formas. Así en Caldea conserva el cuerpo de león alado, pero las patas traseras y la cola son de águila, y el animal se representa siempre con las fauces abiertas en actitud de ataque. En Asiria se represetna a veces con cabeza de águila y con una cresta, si bien lo normal es que aparezca con cabeza de león. Las primeras representaciones aparecen en la mitología mesopotámica en el milenio II antes de Jesucristo, pasando después, a través de Palestina y Chipre, al arte occidental (Creta, Grecia) y al arte etrusco y bizantino. En la Edad Media alcanzó gran difusión en la escultura románica. También es figura de blasón.

Ser fabuloso de cabeza y alas de águila, cuerpo de león y, a veces, colas de serpiente, según la mitología griega. Habitaba en el país de los Hiperbóreos protegiendo el tesoro de Apolo. Enemigos de los caballos, los grifos arrastraban el carro del sol.

Animal fabuloso, de medio cuerpo arriba águila, y de medio abajo león.

Animal mitológico con cabeza y alas de pájaro y cuerpo de león o serpiente. Deriva de las antiguas civilizaciones orientales (Mesopotamia, Siria, Egipto), las cuales lo transmitieron al arte minoico y micénico (sellos cretenses y puñales de Micenas).

Creación mítica de origen oriental que figura en numerosos monumentos antiguos de Persia, Siria, Grecia, etcétera. En la Edad Media constituyó un importante motivo decorativo en la arquitectura religiosa.

Esdte animal fantástico se presenta de divero modo en los varfios pueblos antiguos y su mito ha tenido también varias formas, según el temperamenteo, grado de civilización y otras circunstancias de los mismos. Caldea dio al grifo la forma de léón alado, con las patas traseras y cola de águila, casi siempre apoyado en ellas y con las fauces abiertas en actitud de ataque. Probablemente es la representación del demonio malhechor y hostil a la divinidad.

En Asiria tuvo quizás también este significado, ya que se le represetna muchas veces peleando contra los dioses y sometido por éstos; aunque allí tiene, casi siempre, cabeza de león, a veces, y otras de águila y con una cresta.

El tipo de grifo con cabeza de león cornudo pasó más tarde al arte persa y al griego; pero durante el arcaismo griego prevaleció el de cabeza de águila, siendo ésta la forma más propagada en el arte helénico.

Furtwaengler vio en esta forma una creación de la civilización hitita y colocó su prototipo en la Siria del Norte; siendo probable que hubiese pasado a Egipto, en donde no se conoció más que el grifo de cabeza de águila sobremontada de una cresta.

En Micenas, la analogía con este último tipo es notable: en aquella localidad era, a menudo, un animal carnicero, muy ágil y que alternaba con el león. En el arte fenicio se encuentra el grifo con forma de animal de presa y de guarda.

El período arcaico del arte griego calcó el grifo sobre el modelo de la Siria del Norte, o sea con cuerpo y patas de león y cabeza de águila, pero con algunas particularidades adicionales, debidas a otros tipos similares y en parte también a la iniciativa de la fantasía helénica: los rizos que bajan a lo largo del cuello proceden de Egipto, por conducto de Fenicia, y la primera idea del adorno enrollado en forma de bóveda que se desprende de la cabeza por detrás, hay que buscarla en Siria y en Chipre; en cambio no aprece en absoluto la cresta, pero las orejas, derechas y agudas, están netamente detalladas como en los ejemplares del arte sirio, la enorme boca siempre abierta y las alas enroscadas por delante, motivo de decoración que s ehalla asimismo en los tipos helenizados de las Artemis persas, las esfinges, las harpías, etcétera.

En Grecia el grifo no tiene antes del siglo VI anterior a Jesucristo, el carácter de espíritu malhecho como lo tenía en Persia y en Mesopotamia; ni siquiera de animal salvaje que lucha contra el hombre.

En los vasos antiguos rodios se le ve ya aislado y en actitud de escucha, el cuerpo apoyado en las patas anteriores, ya tranquilamente alineado en un friso con otros animales.

Los humanistas dijeron que Aristeo de Preconeso introdujo el grifo en la fábula de los Arimaspes. Herodoto refiere (utilizando las diversas narraciones de Aristeo) que los grifos disputaron a los arimaspes el oro que había en las regiones septentrionales de Europa, entre los montes Hiperbóreos y los Arimaspes, y se constituyeron en custodios del precioso metal. Estos guardianes estaban en relación con Apolo Hiperbóreo, a quien presentaban su luz dorada y por eso no es extraño ver al grifo en la plástica antigua substituyendo muchas veces al cisne que acompaña al padre de las Musas.

Su representación, frecuente en la India, Persia y Egipto, abundó sobre todo en Grecia, en las acroteras de sus templos y otros lugares. En Tracia figuró en sus monedas. En Roma figuró en el Capitolio, de donde pasó al arte bizantino y´, después, al gótico, adaptado al simbolismo cristiano para representar una veces al demonio y otras a la avaricia.

Figuró también en los yelmos de algunos guerreros de la Edad Media, en el blasón (por ejemplo en los escudos de Livonia, Pyritz, etcétera), en las sillerías corales (catálogo de Toledo: “Rendición de Gurará”, etc.) y en otros lugares análogos (por ejemplo en los relieves de la puerta de San Ivo en la catedral de Barcelona). Ya en este tiempo era figura de mero adorno y aplicación general frecuente en el estilo Renacimiento, junto a la Quimera.
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