El Patio de al Lado

Solsticio vivía en el patio exterior de un ático, allá arriba, en aquel edificio de allí enfrente ¡Sí, aquel!, en aquella ciudad, ¡Sí, esa, esa! Cuando pasan varios días y no llueve tiene una especie de nebulosa, que los expertos y no tan expertos denominan Polución. Forma parte de nuestra respiración y de nuestra salud.

Solsticio es peludo, de color gris, no te puedes fiar mucho de él, él no se fía mucho de los demás, tampoco rehuye, pero tampoco se fía en exceso ¡Por si acaso!
Solsticio no está esterilizado, el veterinario recomienda sí hacerlo.

El dueño de Solsticio es un cabezota testarudo, afirma con entrega y convicción que si esteriliza a Solsticio, quedará atontado y mal…De modo que de esterilizar nada de nada, además dice “¡Es muy caro!” Bueno pues, lo escrito ¡Que no hay esterilización! ¡Ala!

Solsticio está revolucionado, cada no sé cuantos meses, o una vez al año, se revoluciona, debe ser por cuestiones de hormonas. Lleva dos o tres días así. Su dueño está que se sube por las paredes, no puede dormir ¡Solsticio esta insoportable! Su dueño está enfadado, “¡Habrá que llevarlo a esterilizar!” “¡Llevo dos noches sin dormir!” Exclamaba su dueño con los puños cerrados y la cara rabiosa, de cabezota testarudo.

Cada año la misma historia, las mismas contradicciones ¡Si, pero, no! ¡Esterilizar, No esterilizar!

El dueño de Solsticio se llama Recodo, sus padres querían ponerle un nombre peculiar; dice la leyenda familiar que estuvieron un año para ponerse de acuerdo.

Recodo tiene un hijo, se llama Ausencio, es buena persona o buena gente como se dice ahora; pero un poco raro, en el sentido de que tenía un problema con su padre, y por no molestar se callaba. El problema era Solsticio, no lo dejaba dormir, por las noches en el patio, rondando, estaba insoportable. La solución era esterilizarlo. Ausencio no se atrevía a decir a su padre que hiciese algo para tranquilizar a Solsticio. Sabía que el viejo padre estaba en contra de esa cosa quirúrgica.

Recodo tenía un vecino al que un ruido no dejaba dormir, y éste vecino sospechaba que podía proceder del ático donde vivía Recodo. Pero éste vecino al no tener pruebas no podía hacer mucha cosa. En realidad no podía hacer nada.

Ausencio necesitaba resolver este problema y poder dormir tranquilo, así que una tarde, de esas en las que hay que salir a la calle con el paraguas bajo el brazo, se cruzaron Ausencio y el vecino. Se inició una conversación bastante poco interesante. Y el hijo de Recodo vio en esa conversación una oportunidad, dijo estas cosas: “Esplenio, tengo un problema con mi padre, ¿podría pedirte un favor?” Como Esplenio era además de vecino de Ausencio, su primo segundo, asintió y escuchó:
“Resulta que mi padre es muy orgulloso, y en casa tiene a Solsticio que estos días está revolucionado y no deja dormir; había pensado que si algún vecino lo llama por teléfono para quejarse, entonces su orgullo e imagen de buen vecino quedaría perjudicada y entonces haría algo de una vez, y he pensado que seas tú, e incluso como tienes esa capacidad para hacer e imitar voces… ¿me harías ese favor?”

Esplenio bajó la vista abajo, donde el suelo manda caminar, parecía que estuviese pensando, luego miró a su primo segundo y habló esto: “Está bien primo, lo haré, no sabes bien las ganas que tengo de que ese Solsticio o como se llame, me deje dormir tranquilo”

Y todo lo pactado, y hablado entre estos dos primos segundos se llevó a cabo, y después de una llamada por teléfono, en que una voz ronca y enfadada, muy enfadada, se quejó a Recodo, hubo una visita a una sala de operaciones, y después de aquella bastante sencilla intervención más de uno decía: “¡OH! que bien se duerme ahora.”

Y Solsticio fue esterilizado, sin efectos tontificantes. Como si una nave espacial nos raptara y en algún siniestro lugar nos anularan algo interior para quedar más manipulables.
Recodo descubrió que su gato peludo y gris, estaba tan feliz. Y más tranquilo, mucho más tranquilo. Y para bien o para mal, un poco más inofensivo, más dócil. Como cuando a alguien, en el interior de una nave espacial, de esas que siempre ven los demás, hiciesen lavados de cerebro, o algo parecido…

Aunque bien mirado, naves espaciales en las que hacen cosas raras a la gente para hacerla cambiar, hay por todas partes.

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