Dialogos

– Pero, ¿de qué papeles me está hablando?
– De los recibos, debe ud. tenerlos. Es su obligación, en caso de cualquier aclaración.
– Ah! Un recibo. ¿Y dónde dan de esos?
– Pues en todos lados: nosotros, los de teléfonos, los de agua y alcantarillado, en el banco; en cualquier establecimiento respetable. Ya nadie está exento.
– Oiga, pero el de las limosnas no da recibo, ¿entonces la iglesia no es repetable? Tampoco en el mercado o en el lupanar, las muchachas a veces ni tienen papel para limpiarse el ya sabe.
– ¡Señor! Debe estar bromeando conmigo. No me quite ud. mi tiempo. Retírese.

¡Retírese!
– Pero si todavía no me resuelve. ¿Que no ve que estoy sin luz desde el sábado? Necesitamos el pozo para regar las parcelas, ya ve que este año no ha llovido.
– Y ya le dije que no puedo hacer nada sin los recibos, ¿cómo quiere que le atienda si no los trae?
– A pues esque como nunca me los piden para pagar, yo pensé que y me conocian.
– ¡Que lo voy a conocer a ud.!¿Sabe cuántas personas vienen por mi oficina a diario?
– No pos muchas y se ven más porque la mayoría estan aquí todo el día. Fijese que yo estoy aquí desde el sábado y ya ve que hoy es martes. Hasta horita me toco encontrarlo a ud., sr. licenciado.
– Pues entonces vuelva mañana, con los recibos, si quiere que lo atienda.
– Oiga, ¿y mañana también voy a tener que hacer cola a la entrada?
– Por supuesto hombre, los atendemos conforme llegan.
– Ah, pero si hace rato llegó un sr. derechito hasta su oficina, hasta el poli le abrió la puerta, y eso que en la entrada, la cola da hasta la esquina.
– Es que esa persona ya había venido ayer.
– ¿Y yo porque tengo que formarme mañana?
– ¡Pero si es ud. terco! Ya le dije, porque no trae recibos, ¿me entendió?
– No pos si de entender se trata, yo no entiendo nada. Primero llegué a la caja, con la srta. que igual me conoce, porque me recibió muy contenta; pero cuando le dije que venía a saber por qué me habian cortado la luz, se enfurruño toda y me dijo que eso con ella no se trataba. Entonces me mandó a formar en otra fila, que para ver a no se qué ingeniero, pero como ya iban a dar las doce, me retacharon a mi casa, porque los sábados cierran temprano. Me dijeron que viniera el lunes en la mañana. Y aquí estuve desde las meritas ocho, porque el primer camión pasa a las siete por el rancho. Estuve formado todo el lunes, aquí al lado, esperando al ingeniero porque me dijeron que andaba arreglando no sé que “pozo de rancho”. Y pos yo pensé que a lo mejor andaba en mi pozo y que cuando llegara me iba a decir que ya todo estaba arreglado. Así me dieron las tres de la tarde, y yo, esperelo y esperelo con un hambre, porque ni un ratito me salí a echar taco, no fuera que el ingeniero llegara en ese ratito. Pero del ingeniero, ni sus luces. Y me volvieron a sacar del edificio. Que viniera otro día -me dijeron. Y a mí, como me urge la agua, pos vine hoy, porque el ingeniero como que había ido a “su rancho” y no al mío. Pero hoy ya ni me querian dejar pasar, que porque nomás ando de vago aquí y que molesto a los empleados -dijo el poli de la entrada. Pero yo le pedí que me echara la mano, que me urgía la agua, que no fuera malo. Y él como que se dolió de mí y me dijo, que pos cómo ayudarme, que no veía claro. Y yo como que le hice una caricita en la mano, pero no quizo. Y que le doy otra, pero tampoco quizo. Y a mí se me hizo como que se le pasaba la mano, pero, pos le dí otra más. Y entonces sí, que me pasa derechito hasta su oficina. Pero como no conozco a nadie, pos yo nomás me ocupé una silla y allí me quedé quietecito, hasta que ud. dijo -Páse por favor, Señor. Y se me hizo ud. bien educado y muy catrin, como debe ser un licenciado. Pero pues parece que no sabe ni de lo que le hablo y que mis plantitas se van a morir de la sed, nomás porque no guarde los papelitos esos. ¿Y qué le hago si no los tengo?¿De dónde los saco? Pero pos ni modo, que alcabo si se me pierde la cosecha, no voy a tener con que pagar la agua y de todas formas me la cortan, aunque ya esté cortada.

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