El romanticimo hacía furor en el Gran Teatro de la Ópera de Madrid, entre el popular Metro de Ópera y el aristocrático Palacio Real. Los grandes degustadores de la “vidorra” acudían, bien vestidos con sus trajes de gala (y eso que durante el día se llamaban defensores de los proletarios) con pajarita incluida y alguna que otra capa más o menos largas y sus esclavinas a su lado; aquellas mujeres con las que compartían cama en el sinfín de la “marabunta” de los “amores libres”. La inspiración del gran Édouard Lalo, entre otros grandes compositores de la música, elevaba sus sensaciones pequeñoburguesas con champán de Châlons y su ánimo era tan florido que no se les distinguían sus verdaderas intenciones.
Eran los famosos años 60 y 70 en los que ellos se autoproclamaban los creadores de la “movida madrileña” (burlándose de los otros, nosotros, los de la movida noble de los yeyés que no éramos iguales a los de la histórica/histérica movida descendientes del falso hippismo. Allí estaban, bien sentados en sus mullidas butacas de la Ópera de Madrid, ambicionando la verdad que escondían, diariamente, a fuerza de engañar a los obreros con sus teorías aprendidas del periódico “El Socialista” simepre protegidos por las autoridades sindicalistas dirigidas por Justo Fernández, en sus departamentos bancarios. Al llegar la noche, después de que otros hubiésemos dado la cara en las calles madrileñas por el triunfo de la Democracia y la Libewtad, ellos iban con sus esclavinas (digamos que mujeres en plural en vez de un verdadero amor) a escuhar al Gran Édouard Victoire Antoine Lalo. Violines de fiesta burguesa junto a la aristocracia y dejando a los proletarios seguir con sus angustias. Virtuosos del disimulo, amantes de las “camadas” mientras recitaban de memoria “camaradas unidad”. Labores oscuras… labores demasiado oscuras en verdad. Conciertos para violonchelos bien cargados de cuba libres. Música de “camarillas” y no de “camaradas” como tanto decían en voz pública. Conciertos en re menor para no ser escuchadas sus voces por los que estaban en las calles dando incluso su vida. Violines de fiesta a costa de las cuotas de los ilusos afiliados que, a la hora de la verdad, quedaban desamparados y con el trasero al aire cuando eran no despedidos pero sí trasladados a lugares lejanos.
Mientras tanto el pequeño Lalo, otro Eduardo pero este verdaderamente español pues se apellidaba Gómez (y sigue apellidándose así pues todavía vive) recorría la geografia española de norte a sur (desde el Oviedo hasta el Granada) jugando en los humildes equipos de la Primera División; mientras ellos, los falsos defensores del proletariado se rifaban las entradas para ver al Barcelona y al Real Madrid, entre concierto y concierto del compositor francés. El pequeño gran Lalo (que llegó a jugar un solo partido internacional con la Selección Española pero suficiente para no olvidarlo jamás) jugaba como lo hacía un pequeño interior derecho en los extrarradios de Madrid. Magia y misterio en las botas de aquel muchacho que no había querido ser libertario liberado por el poderoso Justo Fernández y había decidido estar codo con codo con sus compañeros de trabajo y sus compañeros de universidad sin renunciar, por ello, a su cargo de representante ganado en las urnas gracias a los votos de confianza de los que luchaban por la libertad y no por el libertarismo.
El pequeño gran Lalo era admirado en los equipos humildes (igual que aquel pequeño pero gran jugador que lideraba a sus compañeros en los campos arenosos de los extrarradios de Madrid). El pequeño gran Lalo había jugado en el Oviedo junto a otros humildes como Caldentey, Marigil, Paquito, Iguarán, Sánchez Lage… había jugado en el Granada junto a otros humildes compañeros como Candi, Piris, Larrabeiti, Mendi, Carranza y estaba jugando sus últimas temporadas en el Real Murcia junto a Campillo, Tatono, Garre, Merodio, Martin Esperanza… y luego comenzó su sempierno caminar de lugar en lugar como entrenador de equipos sencillos y modestos mientras aquel muchacho que lideraba a sus equipos casi anónimos en los extrarradios de Madrid le servía de modelo para fabricar fantasías y magías con el balón. Nada de entradas violentas, nada de malabarismos inútiles, nada de cascaritas vacuas… aquello sí que era de verdad jugar bien al fútbol…
Por todo ello esta vez sí que voy a votar. Y voy a votar porque soy libre y autónomo y no he pertenecido nunca ni perteneceré nunca a ninguna ideología política ni sindicalista, porque yo pertenezco a la “idealogía” cristiana; esta vez voy a votar porque soy partidario de aquello por lo que luché: la libertad y no el libertarismo, porque estoy a favor de la vida y en contra, totalmente en contra, del crimen oficializado (Ley del Aborto) poque estoy a favor de la familia creada por homnbre-mujer como instituyó Dios (para saber cuáles son los verdaderos roles que hacen que la familia sea familia; porque esto a favor del amor noble hasta más allá de la muerte y en contra de la ley del Divorcio, porque estoy a favor de los débiles, de los necesitados, de los hundidos por la avaricia de los demás, de los cansados de trabajar a cambio de un mísero jornal, a favor de los millones de parados a los que ha llevado el actual gobierno a que duerman sin un techo propio donde cobijarse y al cual tienen derecho como seres humanos; porque estoy a favor de todos los Derechos Humanos Naturales y a favor de todas la Obligaciones Humanas Naturales, porque estoy a favor de la equidad de la mujer y del hombre y no de la igualdad de la mujer y del
hombre, votaré porque estoy a favor del desarrollo y la creación de puestos de trabajo, porque estoy a favor de un sueldo digno para todos los jubilados, jubiladas y pensionistas de ambos géneros, porque estoy a favor de que los niños y las niñas vuelvan a ser niños y niñas hasta que le llegue su natural evolución de madurez a su debido tiempo, porque vivo el amor noble y no el amor libre; porque no puedo estar jamás de acuerdo con los matrimonios gay o lésbicos que destruyen a las familias y están destruyendo a la nación española, porque estoy a favor del respeto a las lenguas catalanas, vascas y gallegas dentro del marco constitucional español sabiendo que hya un límite que no se debe rebasar; porque esto a favor de ser un ser humano no gobernado por un “zapatatero remendón” influenciado por una “bruja politiquera”. Por todo ello, sin tener que ir en ocntrra de mis principios ya que no soy de ninguna ideología votaré libremente por el PP porque estoy cansado de haber
sido tantos años engañado por el PSOE y votaré por el PP porque ellos, o la inmensa mayoría de ellos, cree en el mismo Dios que yo creo y en el que no cree Izquierda Unida; porque la mayoría de ellos cree en el mismo Jesucristo vivo en el que yo creo; porque la mayoría de ellos creen en el Espíritu Santo como yo creo. Votaré al PP aunque pierda las elecciones o las gane pero votaré con la concinecia limpia de no haber traicionado jamás a mis ideas de libertad; como el pequeño gran Lalo creyó tanto en sí mismo que alcanzó la internacionalidad. Por eso voy a votar esta vez porn el PP “digan lo que digan” los demás (como canta Rafael Martos “Raphael”) porque me resbalan todas su falsas acusaciones. Si alguien traiciónó al pueblo sólo fueron ellos y además de manera continua varias veces a lo largo de la Historia política, económica y social de España.