El peregrino

El peregrino no es un viajero por el espacio, sino un viajero por el tiempo. El peregrino es un desterrado voluntario que se siente siempre a disgusto con su tiempo presente y busca un instante atemporal. Busca. igualmente, un lugar donde se produczca el éxtasis físico y químico para que él pueda convertirse en una especie de topografía de cualquier cronología nueva, una cronología sin presente que vaya más allá de todo lo conocido; porque el tiempo del peregrino pone todas las cosas en su sitio salvo a las agujas del reloj… un reloj que no es para él más que una deconstrucción de su tiempo.

El ritmo de vida palpitante del peregrino es una banda sonora que intenta buscar lo humano de las ciudades y los pueblos por donde discurre; unos sonidos reales y reconocibles, de tono sutil y penetrante a la vez, que van más allá del presente cambiable. El peregrino siempre se dibuja en la concienciación social, que es la manera más eficaz de comparar la vida anterior con lo posterior de esa misma vida. Es un personaje tomado de la realidad filosófica de las preguntas y convertido en una pulsación decididamente humana.

Es pronto para decir, mientras vive el peregrino, si su vida será inolvidable o no; mas el mundo siempre podrá ser explicado por la forma en que lo entiende el peregrino. El atractivo vital de todo ello va directamente ligado a la libertad de movimientos del peregrino.

Los expertos en analizar la condición social de la humanidad no saben bien donde ubicar y catalogar la vida del peregrino… porque ésta es un caso único de pronunciación de la palabra libertad. Y esta vida no es autista (como creen muchos falsamente) sino una clara y profunda voz en medio de la sociedad manifiesta y uniformemente alienada por el consumismo de las modas etarias.

La pregunta del peregrino siempre es paradójica e imposible de atrapar; puesto que sus respuestas a la vida son siempre una forma diáfana de vivir el yo y de acabar, de una vez por todas, con este absurdo e intolerable relativismo en que vivimos actualmente.

¿Por qué digo ésto último acerca del peregrino?. Porque la vida de éste huye tanto del absolutismo como del relativismo y es, simple y llanamente, una llama candente, una antorcha encendida en mitad del camino que aspira siempre el aire para crecer hacia adentro.

Esa es la cuestiön: crecer siempre hacia adentro como lo hace el peregrino.

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