El ápice

Buscaba el camino perfecto,
o parcialmente verídico,
colmado de imperfecciones;
llegaba hasta el ápice de la soledad,
envuelta en sombras transparentes que
revertían el misterio.

Podría entender que las piezas devolvían
el milagro que encajaba
perfecto en una sátira de alguaciles
que profesaban la agonía y el destierro.

Su canto de porcelana avisaba que existía,
en alguna parte, la cordura y la razón. Pero
tan frágil su voz deshilvanada, perecía a cada
instante, desnudando su rubí.
Quedaba el contorno de una piedra
marchita, amarillenta a pedazos, quebrada
en eléctrico frenesí.
Podría acordarse de su fuego en tinieblas,
de una palabra marcada, con tinta
violeta con baño de anís.
Entendió que la clave ya no estaba en
ella; devenía su historia,
réplica de una historia de muerte a balazos,
coros de arlequín, embuste del tiempo,
licencia del fin.
Incrustado el sentido de la indescifrable
sensación, sentía un momento, sensación sin
cimientos, ser con desvarío, sentido de una opción.
Sentido de una máscara quitada con las
manos, arrancada desde lejos, casi sin perdón.
Sentía el valor de jugar con lo inexistente,
de esquivar a lo exacto, de chocar contra el
inconsciente que la esperaba lejos del sol.
Lejos de la fábula. En el ápice de la soledad.

Un comentario sobre “El ápice”

  1. Nos enseñas una vez más, con tu ápice de estrella solitaria, que la vida consiste en un juego inmenso donde las luces y las contraluces se conjugan con el arte de la mascarada vital. Es importante tener dominio de las pasiones para poder aflorar al conjunto de conceptos que presentas en tu reflexiópn. Inmensa reflexión por la espesa bosquedad de los momentos recalcitrantes que van desfilando, pausa a pausa, sin descanso, como un torrente-vendaval que desde lo lejos se nos hace jeroglífico por descifrar. Se necesita mucho la calma para desentrañar los misterios de nuestras vidas. Calma y sobre todo una fuerte dosis de consciencia para hacer lúcida la existencia. En tu ápice (en el mismo vértice de tu ápice diría yo) se encuentra toda una aventura de consuelo y desconsuelo, de vida y muerte, de luz y sombra. Algo así como un cuadro donde la pintura sobresale antes que las figuras y las figuras se impregnan de voluntades arbitraria. !Muy denso, Celeste!. !Muy interesante a la vez!. Como para estar horas enteras interpretando punto por punto.

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