El universo borgiano

En el presente 2006 hace ya 10 años que murió el genial escritor argentino Jorge Luis Borges. Es obligatorio, para todo aficionado a la Literatura (con L de mayúsculas) tener siempre referencias como señaló hace meses grekosay, de este genial escritor. Porque para la modernidad Borges es un claro signo vanguardista y fue uno de los primeros escritores latinoamericanos en comprender la esencia del escenario ciudadano cuando, en uno de sus poemas del libro “Arrabal” dijo lo siguiente: “y quedé entre las cosas miedosas y humilladas, encarceladas en manzanas diferentes e iguales como si fueran todas ellas recuerdos superpuestos, barajados, de una sola manzana”. Un aspecto de poesía urbana centrado en el “alma” misma de la ciudad, conjunto de elementos distintos pero sincronía de un conjunto a sí mismo, o recuerdos que no se ordenan necesariamente de un modo cronológico. La ciudad se hace, con Borges, análoga a lo no lineal, a lo simultáneo… y el paisaje urbano se universaliza como una solución de lo contradictorio. En último término, con la quietud.

Borges, desde este punto de vista urbanita, era, al igual que sus contemporáneos paisanos Villaurrutia y Gorostiza, un poeta de paisajes ciudadanos como brocha de sol, como paredes de estantería, como hoguera ininterrumpida… ligeras lecciones algo burlonas de un tiempo a lo Proust y a lo Joyce (de ambos tenía parte); porque de la parodia y de la fantasía emergía siempre una energía creadora descomunal. Y es que hay siempre un trasfondo en la literatura borgiana, una especie de guía vanguardista que, a través de la simple derivación del ultraísmo español, llega a un ultraísmo bonaerense como último desarrollo de la tradición literaria hispánica.

El universo borgiano es, por otro lado, preciso, limpio e intemporal. Constructor de un estilo literario propio que perfeccionaría transitivamente a través de sus criterios sociales. Por eso se acerca al cuento por medio del ensayo donde se vislumbra la naturaleza del yo y el tiempo, la atracción del hombre hacia las leyes objetivas del mundo físico y sus analogías orgánicas.

Organiza de esta manera Borges una especie de idealismo realista que, por ser tan profundamente real, tiene mayores posibilidades imaginativas. El universo borgiano es ininteligible a veces, pero el ser humano en muchos aspectos importantes es inimaginable y por eso hay que calificarlo de humanismo fecundo en especulaciones creadoras al arte de este escritor. De ahí que se cite siempre que las leyes divinas son leyes inhumanas, porque nunca acabamos de percibirlas en su totalidad.

Borges plantea problemas metafísicos, el arte como una intuición y enredos límpidos para elaborar sus obras supremas que, para mí,. Son Ficciones, El Aleph y El hacedor, aunque quizás sea en El jardín de los senderos que se bifurcan donde se encuentre la mayor saturación de sus referencias personales.

El jardinero fiel (Borges hecho artista) se satura de referencias literarias para hallar ideas convencionales que retan a la cultura impuesta a un nivel muy profundo (los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la Biblioteca). Siente Borges la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un ordenamiento mágico, el tiempo mágico de lo conservado histéricamente como el absurdo de un lúcido sueño a la luz de la lámpara estudiosa. Borges remeda a Milton en el flujo de sus ordenamientos y construye un planeta humano no como mera filosofía, sino como vivencia singular.

A diferencia de un marxista, para quien la vida intelectual y la cultura sufre siempre la influencia del oleaje de la historia y sus leyes, Borges falsifica la historia y lo hace para dar enorme importancia al significado de la vida a través de la letra impresa más allá del sentido de su simple existencia material.

Una y otra vez, el universo borgiano gira como señuelo para arrastrar al humano a una articulada búsqueda de lo absoluto; pero en realidad nos lleva unívocamente a su propio fin: el silencio. ¿Constituye esta manera de búsqueda la perfección que movía al Quijote?. Yo creo que sí. Entre Cervantes y Borges hay muchos paralelismos. Así lo parece. En la imaginación de Borges el libro es semejante a un laberinto cervantino; por eso su extraordinaria sensibilidad lo acerca al genio español y le abre características muy humanas en las que la meta es la muerte. Llegar a la muerte y entender el camino recorrido para al final morir.

Para Borges comprender o sentir son lucideces de total significación quijotesca o bien fines que son repeticiones de un único fin ontológico. La ficción se convierte en el secreto consuelo que, sin embargo, nunca puede interrumpir el fluir del tiempo. Por eso llegó a decir: “Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes del consuelo secreto”. Nuestro destino no es espontáneo por irreal, sino que es espontáneo por irreversible.

Los focos lumínicos del universo borgiano son, por lo tanto, condensaciones de símbolos en clave. Como espejos velados. Lo que recoge el espejo es lo efímero. La imagen de un ahora que se borra físicamente. Fuera de las imágenes efímeras solo unos pocos son los rasgos que se quedan evocando al humano. Como sucedía con el universo cervantino.

Una cierta nostalgia queda siempre latente a través del tiempo cuando leemos las obras de Borges.

3 comentarios sobre “El universo borgiano”

  1. No sé cuál es la cara que me mira
    cuando miro la cara del espejo;
    No sé qué anciano acecha en su reflejo
    con silenciosa y ya cansada ira.

    Lento en mi sombra, con la mano exploro
    mis invisibles rasgos. Un destello
    me alcanza. He vislumbrado tu cabello
    que es de ceniza o es aún de oro.

    Repito que he perdido solamente
    la vana superficie de las cosas.
    El consuelo es de Milton y es valiente,

    pero pienso en las letras y en las rosas.
    Pienso que si pudiera ver mi cara
    sabría quién soy en esta tarde rara.

    Parte de mi nostalgia,………….. tienes mucha razón Diesel. Un beso.

  2. Fue Borges un creador del siglo XIX, con claras pretensiones de hacer del siglo XX una dimensión utópica. La nostalgia siempre es el eco de la sabiduría inconclusa, la reserva de lo no dicho,ese lenguaje literario puro y pleno. Muchas gracias por el comentario. De Borges queda…una eternidad para penetrar en sus laberintos.

Deja una respuesta