En forma de V girada,
con el vértice en cabeza,
como capitán de formación,
en la cabecera voy guiando,
el largo viaje que nos llevará,
a lejanas tierras olvidadas,
perdidas en el fugaz tiempo,
verdes lagos donde retozar,
pasando el invierno al abrigo,
de las heladoras nieves blancas.
Volamos alto junto al cielo,
a salvo entre las bellas nubes,
aleteamos a la par difuminados,
entre azul y blanco algodonoso,
cargados de sueños imposibles.
Los cazadores y sus perros,
nos esperan anhelantes,
gozarán segándonos la vida,
como hacen desde siempre,
sonarán los hirientes truenos,
de los oscuros rifles humeantes,
el plomo nos oxidará por dentro,
nos llenará de pesada muerte,
por dentro en gris ceniza.
Pondremos nívea vida nueva,
en nuestros escondidos nidos,
entre los adustos cañaverales,
alegres nuestros amados hijos,
romperán el cascarón y saldrán,
a conocer el ignorado mundo,
a gozar de su estrenada vida,
mientras el destino lo permita.
Después cuando aprendan a volar,
y cambie la climatología del lugar,
volveremos nuevamente atrás,
al camino que empezamos,
inicializándose otra vez el ciclo,
que se cierra a nuestro alrededor,
sin que seamos capaces de entenderlo,
el ciclo de la vida y de la muerte……..
El tema de la migración de las aves siempre me ha emocionado desde que cuando era niña ví una bandada en esa formación en V invertida marchándose a tierras más cálidas porque se acercaba el invierno.
Pobres aves sujetas al capricho del disparo de un cazador, que mata por entretenimiento.
Tu poema es muy descriptivo, me ha emocionado. Pareces haber asumido el papel de guía de la formación. Es precioso.
Un abrazo, Kiowa.
lleva razón Carlota. Es precioso ese vuelo de ave bajo la persecución de la muerte. En tu poesía veo signos de desconsuelo pero, a la vez, una gran entereza de ánimo vigilante y liberal. Me gustó el poema y lo estoy releyendo porque tiene mucha sustancia.