En un lugar de La Mancha…

Atardecer somnoliento.
Suena el viento
en los álamos del río.
Hace frío
en las orejas de un jumento.

Por un momento
detiene su paso el brío
del leñador corpulento.
Una especie de lamento
se escapa del tierno lirio
que crece junto al convento.

El cielo está ceniciento.
Y tiembrla la luz de un cirio
sobre el rostro macilento
del sacerdote sombrío
que reza en su aposento.

Más allá… en el centro
de una mesa del Casino
se escucha a don Marcelino
el siguiente parlamento:

“!Yo no creo en el Destino!
!Para mí es un desatino
convertirlo en fundamento!”.

Un mozo ríe contento
al triunfar en el intento
de un beso clandestino
que recibe en el vecino
corralejo del Ruperto.

Y mientras mueve el molino
sus aspas en este enero
se está bebiendo vino
en casa del tabernero.

4 comentarios sobre “En un lugar de La Mancha…”

  1. Estimado Diesel:
    Tu poema tiene mucho de ritmo clásico y gracia entre líneas. Me ha gustado mucho, porque en “Ese lugar de la Mancha” todos enconramos la Tierra de nadie. ¡¡¡Bien!!!

  2. Me encanta la pintura y el dibujo y este poema me ha despertado la imaginación para sacar múltiples bocetos: una bodega donde un poeta cervantino escribe en medio de los bebedores, una escena amorosa en el corral, el libertino don Marcelino lanzando sus proclamas mientras juega al mus con sus correligionarios, el monje que reza en su celda bajo la luz del cirio, el frío jumento junto al río… todo un verdadero caudal que te agradezco profundamente, Diesel. Por cierto, compañero, ¿serías capaz de escribir un cuento basado en estos bocetos de pinturas que estoy dispuesta a llevar a cabo?. !Sería para mí una agradable cortesía de tu parte!. Un beso amistoso y te felicito por tan extraordinario escenario poético. !Espero el cuento!. Gracias.

  3. !Voy a escribir ese cuento, Carolina!. !Lo voy a escribir para dedicártelo exprésamente!. !Espero que tengas éxito con tus dibujos y pinturas y te agradezco enormemente tu simpática propuesta!-

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En un lugar de La Mancha…

De cuyo nombre no quiso acordarse… nació y vivió Don Quijote. Cervantes no quiso acordarse pero investigaciones basadas en hechios muy razonables demuestran que la patria chica del caballero manchego fue nada más y nada menos que la población toledana de Campo de Criptana. Efectivamente, hay pruebas muy evidentes de ello:

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