Escrituras olvidadas.

Querida Adelina…
Querido Alfonso…
Muy Sr. Mío…
Estos prólogos de carta en su momento tan cotidianos han pasado a formar parte de nuestra historia escrita ¡qué lástima!
Esta vida desenfrenada donde este instante ya ha caducado, ha relegado casi al olvido, aquellas epístolas que se componían con esmero, pulcritud, despacito y con buena letra.

Los escribidores eran personas normalmente ajenas que ejercían de transmisores del discurrir de las vidas. Eran tiempos sombríos y con olor a podredumbre donde la mayoría de las gentes sabían hilvanar pensamientos pero no eran capaces de bordar palabras sobre el papel.
Unas añoraban amores consentidos pero alejados, otras escondían amores furtivos, otras transportaban las fatigas de algún familiar emigrado a tierras lejanas, algunas olían a brotes de hierba fresca con los nacimientos y otras a pútridas flores de cementerio.
Muchas han atesorado inescrutables secretos durante años pero no han podido resistirse y han salido a flote como náufragos desvencijados desde el fondo de alguna lata oxidada o quizás, ocultas bajo sábanas que en su momento fueron perfumadas con lavanda pero hoy hieden a carcoma y humedad, luciendo ese color amarillo que solo el paso del tiempo otorga a lo viejo.
Estos fantasmas de papel forman parte de la vida y la muerte, cuentan historias pasadas que discurren sin premura ni desazón. Seguirán imborrables porque todo aquello que se escribe, permanece.
Con todo mi amor…
Aquel que no te olvida…
Deseándole buenos augurios…

Glosagon.

2 comentarios sobre “Escrituras olvidadas.”

  1. Si, Glosagon. Estoy de acuerdo en lo que escribes sobre las cartas. Yo todavía retengo en mi memoria algunas de aquellas cartas que a mí, también, me daba por escribir: Quizás una desde el pueblo conquense de Valverde de Júcar dirigida a mis padres para decirles que era un niño siempre soñador, observando al perrito abandonado que estaba siendo causa de un martirio por culpa de unos paletos inhumanos y al cual rescaté para llevarlo y cuidarlo en casa de mis tíos Ángel Orero y Amparo y que después se lo llevó un pastor; quizás la carta a un amigo de Instituto que se fue desde Madrid hasta Barcelona para seguir jugando al fútbol en el equipo del Fabra y Coast; quizás alguna que otra para amores que eran del todo imposibles; pero, sobre todas ellas, esa colección enormes de cartas de un chaval enamorado que había conocido a su amor verdadero y que no se cansaba de soñarla noche tras noche, día tras día, mientras volcaba en las hojas en blanco todo un manantial de palabras surgidas del alma de un lugar donde siempre está recogido el abecedario completo de los enamorados: el corazón. Cartas que forman parte de una vida que parece que ahora muchos han olvidado. ¡Qué sensación más grande y más emocionante es ir escribiendo sentimientos que huelen a tinta y surgen de los más hondo de un espacio infinito llamado AMOR!. El color amarillento de esas cartas tan escritas con la verdad que cada uno tenemos más allá de la inteligencia de nuestro cerebro es el color que más me gusta repasar una y otra vez, blanquearlo de nuevo con mis ilusiones y darlas un brillo algo así como si las hubiese puesto a secar en el cordel donde están las ropas diciéndome que la vida del amor es eso mismo: salir a la luz del sol para escribir cartas que te acompañan siempre en los sueños nocturnos. UN ABRAZO.

  2. Totalmente de acuerdo contigo Glosagon. Es una buena costumbre que ha caído en desuso y ha sido sustituida por otras formás de comunicación más rápidas y en mi opinión impersonales. Saludos

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