Triste mi cuerpo,
roto por los disparos,
pasado a bayoneta,
yace silencioso e inerte,
en la solitaria trinchera.
Mis recuerdos exhalan,
el último aliento,
recuerdo mi pueblo,
un pueblo perdido,
uno pequeño olvidado,
de gentes de campo,
viviendo de la labor,
de la labranza,
del ganado.
Recuerdo uniformes,
que vinieron a sacarnos,
de nuestras humildes casas,
recuerdo las voces,
los chillidos de angustia,
recuerdo las órdenes,
también a mi madre,
llorando en el quicio,
de la puerta de casa.
Recuerdo los camiones,
llenos de hombres,
vestidos de paisano,
recuerdo los dos días,
de entrenamiento,
con el fusíl,
a campo abierto.
Luego ya el campo,
rojo de batalla,
pegando tiros,
segando vidas,
no conté muertos,
muchos fueron.
Recuerdo la batalla,
la última y peor,
en el frente del Jarama,
el enemigo disparando,
contra nosotros,
yo sigo matando,
veo venir un enemigo,
yo estoy allí,
he de matarle.
Mas no puede ser,
suelto el gatillo,
después dulcemente,
siento los disparos,
siento la bayoneta,
que me cala,
siento a mi verdugo,
pasar por encima mío,
seguir la batalla.
Nicolás mi hermano,
el mayor de 22 años,
yo tengo sólo 18,
con estas barbas,
y esta mugre,
de muchos días,
seguro que no,
me ha reconocido.
Mi alma se va ya,
me desvanezco……..
Tu poema narra muy bien la tragedia que vivió aquella generación en la que luchaban hermanos contra hermanos, en una guerra civil, que es la peor de las guerras porque el enemigo está dentro de casa y puede ser de tu familia.
Me duele el corazón cuando pienso en esa generación, porque, aún los que no murieron, vieron sus vidas truncadas por no poder seguir con sus estudios, o dejar desamparados a sus familiares, sus tierras, sus animales. Un tío mío tuvo que incorporarse a filas con diecisiete años y en total permanecer en el ejército hasta los veinticuatro. Adios estudios, adios ilusiones, y menos mal que salió indemne.
Enhorabuena, un poema muy dramático.
Un abrazo.
Durísimo y realista recuerdo para quienes vivieron aquella tragedia. Que la historia no vuelva a traernos febreros del 37 y que la vida haga olvidar… aunque es necesario recordarlo para no volver a vivirlo…