FINAL DE TRAYECTO

Un viaje largo por carreteras repletas de curvas, de paisaje boscoso y exhuberante vegetación, que habían planeado varios meses atrás. Fue ella quien sugirió una parada para descansar, para que él descansara. Paró el coche a unos veinte metros del acantilado y, mientras comentaban lo bello de las vistas que ofrecia el panorama, los dos respiraban a pleno pulmón disfrutando con miradas de complicidad, lo acertado del viaje.
Ella quiso aprovechar la parada para entreterse buscando cualquier cosa entre el equipaje que llevaban en el maletero. Su rostro mostraba una expresión de radiante felicidad. Amaba a áquel hombre , y la pesadilla vivida un año antes parecía haber terminado cuando él, comprendió la necesidad de cambiar de trabajo; tanta responsabilidad, tanta presión y aquella ambición desmesurada, resquebrajaba su mente, su salud y su matrimonio. Todo parecía ahora mucho más tranquilo.

Mientras ella continuaba junto al maletero, hablando sin cesar sobre interminables detalles del viaje y de los lugares que visitarían, él, encendió un cigarrillo y se acercó tanto al despeñadero, que casi le sobresalían las punteras de los zapatos. Miró hacia abajo deslumbrado ante la infinitud del abismo, y empezó a notar que dejaba de oír los comentarios anodinos de su mujer al mismo tiempo que iniciaba una especie de diálogo con él mismo: “¿Y si me tiro?; ¿qué pasaría si me dejo caer?; ¿qué sentiría durante la caída?; ¿me arrepentiría?, ¿o caer me haría libre?, ¿acaso no es mi vida y tengo aboluto poder sobre ella?, ¿por qué no elegir mi manera de morir?…”

Apenas notó la presencia de ella junto a él, que pronunciaba su nombre una y otra vez en un intento desesperado de sacar a su marido de aquel mutisto, de aquella ausencia, de la abstracción de su mirada, que seguía fija en la profundidad del precipicio. El grito de ella pronunciando su nombre otra vez, lleno de pánico y espanto, hizo que él, girara su cabeza hacia ella. Permanecieron durante unos segundos mirándose a los ojos; ambos sin verse, sólo viéndose a ellos mismos en el silencio más estremecedor de sus vidas. Él no había abandonado aún su propio y escondido diálogo, y en ella,todo lo que acudía a su mente lo hacía bajo el lienzo del miedo, del pavor ante la mirada de él, del espanto a morir… del terror. Del terror que se apoderó de su cuerpo, de sus venas, de sus brazos, de sus manos… del terror que no pudo impedir que solo con un leve empujón, su marido cayera, sin emitir un solo grito, sin gesto alguno de asombro, y con total inexistencia de movimiento o aspaviento que indicara resistencia o respulsa hacia su muerte…, al fondo del abismo.

Dakota

Un comentario sobre “FINAL DE TRAYECTO”

  1. Dejas planteado en tu relato un final asombroso lleno de múltiples consecuencias. ¿Hubo caída?. ¿Hubo levantamiento?. Lo importante es que hubo un momento en que el lector lo creyó todo y todo se lo imaginó. Este relato está construído con un sentido profundo, al igual que el abismo de todas nuestras definiciones.!Un beso, Dakota!. !Sigues llenando de interés mi curiosidad por tus textos!.

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