La búsqueda

La tienda de objetos de segunda mano abría sus puertas en un radiante día de verano a la vez que los rayos del sol se colaban sigilosamente por entre las rendijas de las persianas, iluminando caprichosamente el polvo de la estancia y resaltando algunos de los objetos que allí permanecían expuestos.

El joven dependiente sin gran entusiasmo y con paso lento, se paseaba entre los pasillos que formaban la diversa disposición del material en venta, preguntándose que posible salida tendrían algunos de los objetos allí acumulados, pues aunque muchos eran relativamente nuevos, otros podrían conformar perfectamente la mercancía de cualquier tienda de antigüedades.

Su mirada recorría el género vagamente sin prestarle demasiada atención, hasta que finalmente sus ojos se cerraron bruscamente al ser deslumbrado por la luz del sol, que se reflejaba en el cristal de un antiguo marco de fotos. Dio un paso al frente y abrió los ojos doloridos buscando con la mirada el pequeño objeto, que ahora entre sombras, parecía muy poca cosa y desde luego no le causaba ningún interés. Lo tomó entre sus manos y lo dejo arrinconado en una estantería fuera del alcance de los rayos solares.

Se pasó la mañana atendiendo a los escasos clientes que entraban y curioseaban la tienda, pero sin poder llegar a concretar ninguna venta. Aburrido y a falta de media hora para cerrar el negocio, se acerco a la puerta mientras repasaba mentalmente los objetos que se amontonaban a su paso, y fue entonces cuando cayó en la cuenta de que el pequeño marco de fotos había desaparecido. Lo buscó con la mirada mientras acercaba sus pasos hacia la estantería donde lo había depositado por la mañana, miro a su alrededor por si algún cliente en un despiste suyo lo había cambiado de lugar, pero no fue capaz de encontrarlo en ningún rincón.

Estaba de espaldas a la puerta cuando escuchó el tintineo de las campanillas anunciándole que un posible cliente cruzaba el umbral de la puerta. Al girarse, sus ojos reconocieron a un hombre de mediana estatura que había frecuentado la tienda en otras ocasiones y que ahora parecía esconderse tras unas oscuras gafas de sol. Se acercó a él mirando el reloj impaciente, deseoso que este diera media vuelta y le dejara cerrar el negocio dentro del horario establecido.

El hombre le preguntó nerviosamente por el dichoso marco de fotos que precisamente había desaparecido esa misma mañana. Al principio no supo como disimular que no tenía ni idea de adonde había ido a parar el anodino objeto, pero mientras le intentaba explicar que en esos momentos dicho artículo no se encontraba en la tienda, observó como la expresión de su rostro cambiaba repentinamente.

El joven dependiente ignoraba que el pequeño marco había sido una reliquia de familia de ese sujeto y del que su familia se había tenido que desprender hacía unos años, a partir de que su anciana madre empezara a desvariar sobre la posibilidad de que tuviera una influencia poderosa sobre aquellas personas que prestaban su imagen al viejo marco, para que este las hiciera brillar en todo su esplendor desde su interior.

Le había perdido el rastro tiempo atrás, desde que ella se obsesionó con esa idea y se deshizo de él sin previo aviso. Su hijo desde entonces, intentaba desesperadamente recuperarlo, por eso le dijo al dependiente que regresaría al día siguiente para hablar con el propietario y así de esa manera poder negociar su compra. Finalmente el joven dependiente cerró la puerta de la tienda emitiendo un suspiro de alivio.

El chasquido de la cerradura marcó el momento en que se encontró finalmente aislado del resto del mundo, frente a un montón de cachivaches y ante el enigma de descubrir donde se encontraba lo que para él era un insignificante trasto.

El ambiente se fue tornando cargado y claustrofóbico por momentos, un destello de luz inesperado atrapó sus ojos hacia un rincón escondido de un aparador secundario, y fue entonces cuando recordó el fogonazo que lo había deslumbrado por la mañana, cuando el pequeño marco de fotos se cruzó por primera vez en su camino. Mientras avanzaba cortando a cada paso la atmósfera irrespirable de la tienda, la intensa luz adquiría protagonismo. El marco apareció ante sus ojos envuelto en un extraño resplandor dominando y minando su voluntad hasta que finalmente perdió la conciencia de sus actos.

Nunca recordó haberlo recogido del aparador ni en que momento acabó llevándoselo a su casa. Ni mucho menos fue consciente del tiempo que estuvo rebuscando entre sus fotos, hasta que escogió una de las más recientes colocándola en su interior. .

La foto era un instante retratado donde el tiempo se había detenido, y justamente era eso lo que el marco necesitaba para atrapar y retomar bajo su poderoso influjo la vida del joven, abriéndole un mundo paralelo de posibilidades que sólo él era capaz de construir.

4 comentarios sobre “La búsqueda”

  1. Taber, me has dejado como isempre, pensando en el final del relato. Lo haces tan sorpresivo que necesito unos minutos apensar en ello.

    Magia , eso es, magia tienes para relatar.

    Un beso

Deja una respuesta

La Búsqueda.

Se me va como un sueño, la caricia vivida.
la caricia que marca tu presencia en mi vida,
y aunque mi voz te llame con un grito ahogado,
sólo contesta el viento, a mi dolor callado.

Mi pena hecha amargura, hecha esperanza inútil,
en la infantil espera de tu retorno incierto.
Al cruzar el umbral, dijiste , nos veremos,
espérame en la puerta, así caminaremos.

Un comentario sobre “La Búsqueda.”

  1. Tu poema hace recordar que siempre hay un amor superior a todos los demás. Ese amor sorprendente que un día nos dejó la marca indeleble e imborrable de sentir que no había nada más allá de él. En realidad todos los amores que vivimos son sólo el reflejo de un único amor: el que existe dentro de nuestro propio sentimiento. Es una paradoja vivir mil amores. Sólo se vive uno que es inolvidable. Los demás son sólo reflejos de este y eso es lo que pienso tras la lectura de tu bello poema.

Deja una respuesta