Golpe

Mis manos temblorosas golpean el cristal y nadie dice nada, ni siquiera advierten mi presencia al otro lado. Desgarrado mi espíritu esta sin saber nada, todos caminan de un lado al otro con la misma prisa que llevan mis pensamientos dentro de mi cabeza.
Todo mi ser se ha convertido de repente en un torbellino imparable, no siento mis pernas y en mis oídos solo el correr de la sangre en mis venas.
Cuando se piensa que se llegó al límite siempre llega un golpe más fuerte, una replica mucho peor y cruda. Del otro lado algo empieza a cambiar, los movimientos se vuelven lentos, desahuciados, pesados. Tan solo un ruido ensordecedor que nunca olvidaré envuelve la sala y una sabana blanca es llevada como una caricia a tu rostro de niño.
A ambos lados del cristal la vida se apaga para siempre sin poder hacer nada, sin explicación… debe ser por esa razón que no existe la palabra que defina la perdida de un hijo. Solo me reconforta saber que al final del camino estarás esperando por mí como alguna vez yo esperé por ti…

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