Ya hemos hablado de las seis partes en que se componen tus verdades y las mías… seis partes o quizás siete… o más… muchas más… porque son tántas las verdades que usamos para protegernos que tenemos la obligación perentoria de permitirnos dejar de acometernos. Cuando tengamos esos momentos difíciles, amor, no derribemos nunca nuestro idilio sino que sigamos avanzando quizás con unas formas más simplistas de ver las cosas. Para poder entendernos siempre y mucho mejor cada día, amor, protejásmonos de tus siete verdades… ocho verdades… o más…quizás muchas más… y no tener que atacarte con mis ocho verdades… o siete… o menos… quizás muchas menos…
Vamos a hacernos, en esos momentos, ¨invisibles¨ para no vernos con crudeza… ¨invisibles¨para seguir amándonos… con este amor que muchos tachan de extravagante… pero nosotros seguimos… seguimos sin hacernos daño… mostrándonos poco a poco… poco a poco… a partir de esa ¨invisibilidad¨… con el firme propósito de irnos apareciendo sin ser guerra ni pozo amargo de la vida… con el firme propósito de sernos el uno para el otro. Así. ¿Lo ves?. Así. ¿Lo notas?.- Así. Intensamente. A través del beso suave que se va alargando como hábito y costumbre, convertido en gozo irresistible, fuerte como la vida, fuerte como la muerte, tan fuerte que no hay modo de escapar de él.