Eran las 5 de la tarde. Había nubes de tormenta, y todo parecía indicar que el cielo se iba a caer.
Estábamos en el velorio de mi tio abuelo (y también padrino), y fue horrible. Su familia estaba llegando. La cosa es que salvo él, toda su familia son hermanos cristianos de quien sabe que facción. Llamémosles aleluyos. Llegaban por docenas, y traían acarreados de otros templos. Todos decían venir a despedirse del hermano Eduardo. Pero él no era un hermano. De ninguna manera. Él era una sana mezcla entre católico no practicante, hereje condenado a la hoguera y ateo.
Fue horrible. Entraron a la capilla y quisieron hacer sus ritos, importándoles poco (raro, ¿verdad?) que se les dijera que él no era de su fe. Pero eso les importaba poco. Ellos estaban ahí para despedir “como se debe” a un hermano.
Sacaron al cura que estaba dándole la bendición a mi padrino, e intentaron sacar a todos los que no éramos de la fe verdadera. Entonces mi padre y yo no tuvimos más remedio que usar la fuerza. A empujones, patadas, golpes, insultos y otras formas de violencia logramos sacarlos de la capilla, pero aquellos aleluyos parecían poseídos. Entrarían a como diera lugar. Ellos tenían que hacer sus rituales porque así está escrito en los libros sagrados, decían.
Eran como 50 o 60 aleluyos, pero parecían miles. Logramos cerrar la puerta de la capilla desde dentro, y en eso mi padrino se salió de la caja, muy enojado, para ayudarnos. Con su característico estilo comenzó a decirle a su esposa a donde podía irse. Que él no era ni seria nunca un hermano, y que por eso se había muerto, para que lo dejara tranquilo. Su esposa insistía en que él había aceptado la fe verdadera. Le aventó un sirio para alejarla mientras le decía que se largara a predicar a otro lado.
Nadie cedía. Lograron abrir la puerta y empezamos a aventarles las cosas que había. Sillas. Mesas. Velas. El ataúd. El padre. Tuvimos que romper una ventana y salimos huyendo de esa infernal marabunta. Nos subimos a la carroza y salimos a toda velocidad.
Mi padrino manejo y llegamos un panteón que no era donde lo íbamos a sepultar. Nos hizo prometer que nunca le diríamos a su familia donde estaba, y nos echó la bendición. Se metió en un ataúd vacio que estaba a 10 tumbas y procedimos a enterrarlo.
Curioso cuento. Lleno de ironía muy fina. Es bueno de verdad. Entre ciencia ficción y crítica social está lleno de contenido semiológico. Bueno el ritmo. Interesante de verdad.
Ha quedado un relato muy redondo y con mucha gracia. Como perteneciente al género de literatura mágica de Latinoamérica, como inspirado por Isabel Allende, por ejemplo.
Mis felicitaciones.
Un saludo.
Muy buena narración, me gusta como mezclas lo real con lo fantástico al grado que parecen lo mismo
Saludos!
Me gusta como mezclas la realidad con la fantasía.
Interesante
Saludos
Francamente muy impresionante y bien lograda historia.
Con algunos modismos regionales, pero no deja de ser interesante la combinación entre lo terrorífico y lo cómico.
Solamente falto que Aparecieran el Santo y/o Blue Demon para decirle que estaría listo para ser escritor de Películas de la Vieja Escuela del Cine Mexicano.
Con títulos como “el Santo Contra los Aleluyos manifestantes”
(Ahora que Capulina no quedaría mal como el Padrino)
Una Verdad-Romántica
Crisantemo-Azul