Se nos escapa entre las manos. Aquella imagen de una esfera azul, de un mundo suspendido en el espacio, aquél sueño infantil…se nos escapa de manos. Si tuviera que creer, en este momento, creería en la Tierra, como Madre generatriz como diosa, como el eterno femenino que se zambulle en los océanos o se alza en forma de elevadas colinas. Y lo triste, lo lamentable, es la certera puñalada que le hemos asestado. Tu vestido o mis zapatos, la casa de enfrente o las gafas del otro…han dependido de minúsculos mordiscos que se hyanc onvertido en dentallas a su yugular cansada. Bendita sea la Tierra, una y mil veces. Y poco más, amigos de Vorem…que sepamos reconocer que “no gastamos papel”, o al menos “virtuaizamos esta piel de eternos soliloquios”. Gracias.