De repente Paul se sobresaltó, miró su reloj nuevamente, mostraba las 08:30; ¡Había estado más de una hora de pie absorto delante del cartel!.
En ese instante oyó un coche que se acercaba a su posición, se dió la vuelta mientras el coche aparcaba delante de él. Era un Chevrolet azul, no reconocía ese coche, ni siquiera se parecía al de Katy, la dulce chica de la barra, de él bajó un hombre mayor, llevaba puesta una gabardina grisacea bastante descuidada y unos pantalones marrones de pana que resaltaban al negro de sus zapatos.
Cuando ya lo tuvo enfrente, Paul se percató de quién era, el viejo borracho que espiaba a Katy.
Paul se armó de valor y sorprendiéndole le cogío por el brazo derecho y se lo puso en la espalda poniendole de cara en la pared.
-¿Quién eres? ¿y que demonios quieres de mí?. Gritó Paul nervioso.
-Me llamo Arthur, ¡soy detective privado!. Dijo retorciédose de dolor.
-¡No voy a repetirtelo de nuevo! ¿Quién eres y qué quieres?
-¡Puedo demostrártelo! mira en el bolsillo interior de mi gabardina.
Desconfiado, Paul metió su mano herida en el interior de la gabardina y sacó una especie de billetera no menos nueva que su gabardina.
-¿Me tomas el pelo?, ¿qué es esta mierda?. Gritó aún más furioso
-Mira dentro de la billetera… Ahí encontrarás mi tarjeta y mi identificación.