La decisión final (2)

Tarde se dio cuenta de que no había hecho lo correcto, la dureza del corazón de su hermano le hizo entender que no debía quererla tanto. La vida no giraba en torno al amor como ella pensaba. El conocer el mundo del hombre blanco cambió sus expectativas hacia la nueva vida que se le abría ante sus ojos. Tenía otros alicientes y horizontes nuevos a los que él se dirigía, el llevarla a ella de compañía no entraba en sus planes futuros.

Amaneció un día en que él no estaba a su lado. Lo buscó por toda la aldea, siempre le decía donde iba, nunca le había fallado. No se explicaba el por qué de su ausencia.

– No lo busques más Sombra de Luna Menguante, tu hermano salió de caza y fatalmente fue atacado por un bisonte muriendo en el acto.

El dolor le retorció el corazón, estallando en un llanto inconsolable. Lo más querido de su vida se lo robaron. Le invadió una gran tristeza. Buscó su cadáver para darle sepultura en la loma de los espíritus.

-No sigas, ya lo enterraron los guerreros que le acompañaban.

Nadie le supo decir el lugar exacto donde descansaban sus restos. Murmuraban por la aldea que no murió, se marchó por no estar con ella, le agobiaba su forma de protegerlo, demasiada entrega por parte de ella. El no se dejaba querer ni por ella ni por nadie.

Quiso ir en su busca, quiso morir en el momento en que entendió que lo perdía, que no debía querer a nadie, que no era merecedora de cariño alguno. Se endureció, a partir de ese día. La coraza de hierro se la colocó aún sin venirle bien, le quedaba grande, no era para ella, a pesar de ello la llevó. Cogió lo necesario para el viaje que iba a emprender y marchó con un rumbo fijo en su mente. Su destino era la montaña sagrada donde habitaba el espíritu del gran Manitow. Su deseo, morir para vivir en paz. Estaba segura que en la otra vida la encontraría. Solo allí su dolorido corazón hallaría el descanso deseado.

Continuará….

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