La memoria, las emociones, los pensamientos

“Cuando escribo mis pensamientos a veces se me escapan; pero esto me hace recordar mi propia debilidad, que olvido continuamente y me enseña tanto como mi pensamiento olvidado, pues sólo lucho por reconocer mi propia insignificancia.” Pascal

Estoy terminando de leer “La invención de la soledad” de Paul Auster. Como todas las obras suyas que hasta hora he leído, me está gustando mucho y me hace sentir envidia por la sensibilidad especial que demuestra.

Es en el capítulo de las emociones y de los pensamientos donde reside su mayor fuerza narrativa. Incluso moviéndose en terreno escabroso como es, precisamente, la falta de emociones que demostraba su padre, explicable por las tragedias que le tocó vivir en su infancia, trata el tema del asesinato de su abuelo a manos de su abuela de forma que penetra. Y más aún penetran las propias emociones de frustración que él experimentaba de niño a causa del desapego de su padre.

Y ello me lleva a reflexionar sobre el título de mi texto. La memoria puede ser extraordinariamente lúcida y también soberanamente roma. En alguna que otra ocasión me han comentado amigos de antiguo detalles sobre mí mismo que yo tenía absolutamente olvidados y que no he recordado ni siquiera hablando sobre ellos. No se trataba, por otra parte, de nada embarazoso ni mal visto, ni siquiera podía tratarse de una de esas mentirijillas que uno quizá puede hilvanar con más o menos torpeza en un momento dado para salir del paso, no era el caso. Ni tampoco puede achacarse a la pérdida de la memoria reciente aunque se conserve la memoria remota, lo que hubiera ocurrido a una edad más avanzada, ni menos aún al proceso de selección que lleva al cerebro a suprimir el recuerdo de algo “non grato”.

Y, sin embargo, puedo afirmar que mi memoria siempre ha sido buena, me sorprendo recordando con todo detalle poemas aprendidos en la niñez, obras y autores de mi primera juventud, detalles que otros miembros de mi familia han olvidado sobre temas familiares precisamente.

En cuanto a las emociones, a los sentimientos que aparecen en cualquier obra, imagino siempre, cuando hay algún pasaje magistralmente llevado al papel, que ha de tratarse de la descripción de estados por los que el escritor o escritora han pasado y sentido en sus propias carnes. No me parece posible inventarse nada al respecto. O se ha sufrido o gozado de algo, o si no es imposible describirlo con propiedad. Supongo que es por eso que prácticamente toda obra es, en cierta medida, autobiográfica.

Y ¿qué decir de los pensamientos? Si, ésos que tan peligrosos pueden ser, pues nos pueden llevar a construir una pirámide partiendo de un grano de arena, y hacer luego que esa pirámide nos aplaste por falta de lógica, de neutralidad, de coherencia. Ésos que se disparan y que luego, al disiparse, pueden dejarnos exhaustos. Ésos con los que hay que tener sumo cuidado, tanto en los dirigidos hacia nosotros mismos como hacia los demás.

3 comentarios sobre “La memoria, las emociones, los pensamientos”

  1. Tocas tres temas verdaderamente complejos y significativos: la memoria, las emociones y los pensamientos. ¿Qué hacer con la memoria cuando comienza a dejar de representarnos una totalidad y se nos presenta como parcialidades de nuestra existencia?. Yo creo que recordamos siempre más las intensidades que las extensidades. No se recuerda más por haber vivido más sino por haber vivido con mayor intensidad. En la memoria siempre queda lo más profundo de nuestros devenires. Por eso es recomendable asimilarla a la experiencia y dejarla reposar en el detalle de aquellas trascendencias que penetran en nuestra alma. La memoria es siempre el recuerdo que nuestra alma realiza a través de los sentidos. En lo relativo a las emociones que los escritores dejan plasmados de alguna manera en sus obras (de cualquier tipo y género que sean éstas) es inevitable que produzcan y reporoduzcan los estados anímicos del escritor o escritora. Sin las emociones sería imposible escribir algo coherente porque son ellas las bases exponenciales de todo lo que se produce con la escirtura. Escribir es sufrir y gozar al mismo tiempo. Y en cuanto a los pensamientos… !cuánta pirámide de coordenadas verticales y horizontales existen en nuestros pensamientos!. Nuestros pensamientos van siempre más allá der nuestro dominio propio y nos dejan a veces exhaustos por lo que tienen de inasibles. A veces pueden ser peligrosos pero forman parte intrínseca de nuestra manera de ser y por eso son indisociables de nuestra persponalidad.

  2. Me encanta Paul Auster. Es un autor que parece muy cercano, sin embargo, a veces pienso en el origen tan distinto de nuestra formación cultural, y considero que el mundo de la sensibilidad y de los sentimientos dispone de un espacio común donde no existen fronteras ni idiomas.
    Respecto a las emociones, sentimientos, sensibilidad… disponemos en España de varios expertos, y creo, bajo mi humilde opinión, que la fuente mayor de aprendizaje está en los libros de José Antonio Marina. A mí me han ayudado mucho a avanzar en estos temas y a aplicarlos a mis novelas. En lo referente a la descripción de determinadas emociones, creo que te ayudaría leer a Marina para poder transmitir incluso las que no has sentido en tu piel.
    Saludos.

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