La noche del Tesauro (13): Novela.

En el largo camino que duró toda la mañana, y tras comer abundantemente en el Bar Seléne, encontraron algo horrible: un taxista yacía inerte dentro de su automóvil. El hombre permanecía con los ojos abiertos, un aire de cierta irrealidad suprema y sin respiración. Peter le tomó el pulso.

– !Está muerto, Paúl!. !Vámonos de aquí cuanto antes!.
– Espera Peter… ¿qué tiene en la mano derecha?.

En la mano derecha del taxista muerto relucía un medallón con los cuatro puntos cardinales (el anagrama de la Biblioteca Memphis)… y el número 12 en su centro.

– Esto me confirma que Bianca está en el Salón Tesauro y si no llegamos pronto allí, alguna cosa terrible le puede suceder.

Apareció de repente un perro blanco (como de plata) con algo en la boca…

– ¿Qué es eso? -preguntó, sobresaltado, Peter.

El perro llevaba, entre sus fauces, una mano humana. Una mano negra, reseca, de nubio egipcio, que temblaba todavía en aquella tarde fresca y somnolienta…

– !Suelta eso, perro!. !Vámonos, Peter, antes de que llegue la bofia!.

Los dos amigos y el perro blanco (que había soltado ya la mano del nubio) se internaron por las calles del barrio viejo de la gran ciudad. La respiración se hacía asfixiadora y dificultosa. La atmósfera estaba contaminada de gases de olor putrefacto que salían de una fábrica de desechos de animales. Tuvieron que ponerse unas mascarillas que compraron en una farmacia para poder salir de aquel enjambre de calles retorcidas e introducirse en un callejón oscuro…

– Peter… !Ese taxista muerto era el padre de Bianca!.
– No, Paúl, no.
– ¿Estás seguro de que no era el padre de Bianca?.
– Seguro. El padre de Bianca vive en una pequeña aldea de Toscana.
– ¿Cómo sabes eso, Peter?.
– Al menos eso es lo que me dijo Bianca, aunque…
– ¿Qué sucede, Peter?.
– Ahora recuerdo que Bianca y su padre trabajaban en la misma entidad bancaria y que algo sucedió allí. Parece ser que, siguiendo métodos aprendidos del libro “Riesgo Calculado” hubo un enorme desfalco y desaparecieron muchos millones de dólares.
– ¿Te estás refiriendo al libro titulado “Riesgo Calculado” de la escritora norteamericana Katherine Neville, la que nació en 1945 en el estado de Missouri?.

Peter quedó anodadado ante la proverbial memoria e inteligencia de su amigo Paúl.

– Yo lo único que recuerdo es que creo, aunque no estoy seguro del todo, que el padre de Bianca se fugó a Egipto. Ella lo oculta pero me parece que es verdad. O huyó o se lo llevaron. Bueno Paúl… yo he llegado hasta aquí. Si quieres buscar a Bianca tendrás que hacerlo solo. Para mí este asunto es demasiado riesgoso. Además…
– Además, ¿qué?.
– Tú y yo estamos enamorados de la misma chica. Tres somos demasiados. Ella te prefiere a ti. Yo ya sólo sería un estorbo para ti en estos momentos. Te repito que ella ya te ha elegido a ti. Y me llevo al perro blanco porque también sería otro estorbo para ti en tu búsqueda.
– Está bien, Peter. Yo sigo adelante. Sé que Bianca me necesita más que nunca…

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