La noche del Tesauro (5): Novela.

Se produjo un ligero movimiento en las ramas de un roble cercano a la Biblioteca. Allí, en la copa de aquel árbol, una especie de gavilán se removía inquieto. Él miró, a través de la ventana más cercana, al pájaro… y lo vio dispuesto a iniciar el vuelo. Supo entonces que tendría que escuchar muchas veces el sonido del aletear de los pájaros para salvar su existencia.

El misterioso Manésh extrajo algo del bosillo interior de su gruesa chaqueta de pana. Era una especie de cartulina escrita, del tamaño un poco mayor al de las tarjetas personales.

– Ten. Es una invitación al Salón Tesauro. Todos los meses realizo allí una reunión para personas que quieren hallar respuestas imprevistas sobre viajes no menos imprevistos.

El joven tomó la cartulina y leyó la direción. Después le dio la vuelta. Se quedó leyendo silenciosamente el poemita de los dos cuartetos que venían escritos en el envés de la tarjeta:

Bajo la bóveda del inmenso Cosmos,
mezclado con la profunda y honda tierra,
el hombre consciente se introduce
en la potencia de todo lo que encierra.

Quizás tiene un contorno de delirio
para hacer su camino por la acera
y quizás se vuelve trémulo pájaro
reconociendo el viento en la pradera.

Quiso preguntar… pero el anciano había desaparecido misteriosamente habiendo dejado un profundo olor a mejorana. Efectivamente, desde que Manésh había entrado en la Gan Sala Azul para contactar con el joven caminante, había dejado en un rincón de la sala una maceta con una planta de mejorana que ahora despedía su aroma embriagador. Y es que, mezclado con ella, se encontraba otra planta de anís. ¿Por qué aquel misterioso personaje usaba olores embriagadores para hablar con las personas?. Quizás, pensó él, sería una especie de mago o algún ilusionista… o quizás simplemente un transformista de las ambigüedades sexuales. Porque, bien contemplado de cerca, tenía tantos rasgos masculinos como femeninos.

El joven no se inquietó por ello. Además, de pronto recordó que en la chaqueta de pana, como símbolo un poco extravagante, llevaba una insignia representando a un crisantemo azul. Si. Era muy raro aquel tal Manésh… tan raro y tan ambiguo como aquella maceta mezcla de mejorana con anís y aquel símbolo del crisantemo azul.

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