La oxidada armadura del caballero.

Al escuchar un crujido
dejo mi libro en par abierto,
de donde éste habrá surgido
tengo el pensar incierto,
mientras suene un alarido
en lo profundo del desierto,
tú nunca te verás perdido
aunque te parezca acierto,
pués viéndote compungido
en el fondo me divierto.


En esta sociedad de consumo
donde el gordo se quiere flaco,
para ser un luchador de sumo
has de mascar buen tabaco,
no debes de beber mal zumo
ni vodka como un cosaco,
pués aún pareciendo un retaco
yo con tu triste cuerpo asumo,
que en llegándote al sobaco
tus vagas ideas echan humo.

Al acariciarme tú el lomo
siento que sube mi empuje,
subo al abismo y me asomo
por si veo lo que surge,
si siento el diente romo
y que mi hueso ya cruje,
vigilo más lo que como
cuando el estómago ruge,
pienso como la niña Momo
que recuperar tiempo urge.

Se acabó la caminata
mi alma cabalga ligera,
no voy a salto de mata
mi vida vá siendo somera,
yo yá escribí mi sonata
y mi mente las lidera,
no os pego más la lata
mi corazón hojalata libera,
te canto esta serenata
que es de mi pecho quimera.

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