La paciencia no es dejadez ante el sufrimiento, no reaccionar o un simple aguantarse.
Es fortaleza y valor para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone a nuestra disposición para el continuo progreso interno.
Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia, virtud que podemos desarrollar y que nos permitirá vivir sin prisas.
La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos.
La paciencia es la virtud por la que soportamos con ánimo sereno los males y los avatares de la vida, no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores.
La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento, no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse.
Es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y esas pruebas de la vida, más grandes o más pequeñas.
Identificamos entonces nuestra voluntad con la de esa magia de la que venimos, y eso nos permite mantener la fidelidad en medio de las persecuciones y pruebas, y es el fundamento de la grandeza de ánimo y de la alegría de quien está seguro de hacer lo que le dicta su conciencia.
La paciencia es un rasgo de personalidad madura.
Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan ya que piensan que a las cosas que no dependen estrictamente de uno hay que darles tiempo.
La persona paciente tiende a desarrollar una sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades, alegrías, triunfos y fracasos del día a día y por lo tanto afrontar la vida de una manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía.
Es necesario tener paciencia con todo el mundo, pero, en primer lugar, con uno mismo.
Hay que contar con los defectos de las personas que tratamos, muchas veces están luchando con empeño por superarlos, quizá con su mal genio, sobre todo cuando se repiten con frecuencia, podrían hacernos faltar a la caridad, romper la convivencia o hacer ineficaz nuestro interés en ayudarlos.
El discernimiento y la reflexión nos ayudarán a ser pacientes, sin dejar de corregir cuando sea el momento más indicado y oportuno.
Esperar un tiempo, sonreír, dar una buena contestación ante una impertinencia puede hacer que nuestras palabras lleguen al corazón de esas personas.
Excelente tu meditación luzfugaz. El ánimo entero y la paz en los corazones. El mundo gira y gira y nosotros debemos permanecer hasta el final. La paciencia es un antídoto para la desgracia. Muy bueno tu texto.
Totalmente de acuerdo con el comentario de Diesel. Me parece muy profundo y perfectamente meditado tu texto.
Un saludo.